Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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miércoles, 13 de diciembre de 2017
Compréndeme
Compréndeme, tú, el
esquivo,
el que hace piruetas
danzarinas en el aire,
soy en tu existir ya una nada
ya que dentro de mi
corazón
surgen las palabras
tan plenas de significado
que desaparecen sin
ser comprendidas
porque es muy difícil
recibir un poema con letras
de néctar y miel
y construir el amor
con la mente.
Compréndeme,
soy una mujer poeta
que necesita ser
amada,
no me juzgues
y sólo trata de
escucharme
porque si hoy muero
dentro de mis letras,
me voy con ellas.
Estoy pasando por un
diferente sendero
sin estar junto a ti,
pero si me amas
y estás a mi lado
mis poemas tendrán
dueño.
Seguiré escribiendo
para ti
porque te tengo
encerrado
dentro de mi mente.
Compréndeme,
la tristeza de que tú te alejaste
es como una agonía
del no existir
y no quiero hacerte
daño
diciéndote ¡vete ya
de mi vida!
o trata como el aire
con su brisa nueva
sentirme en mi tonada
de vida.
Compréndeme,
con el tiempo no me
olvidarás, tócame…
yo soy la zarza
que en tiempos de
lluvia, quema, llámame…
Al escuchar tu voz
mi alma reconocerás vencida en esta guerra,
mírame.
Eres tú mi agua
quieta,
la turbulencia, calma y tempestad
que al mismo tiempo me doblega,
fórjame.
Compréndeme,
siente en las palmas
de tus manos,
en los labios,
mi cálida huella aún
del tibio abrazo
en el que dejamos de
ser uno en dos.
Estamos al otro lado
de los sueños que soñamos,
a ese lado
que se llama la vida
que se cumplió.
Y ahora,
de tanto haber
realizado nuestro soñar,
nuestro sueño está en
dos cuerpos.
Compréndeme,
la vida, si estamos
juntos
se siente como un
sueño trémulo,
recién nacido.
Compréndeme,
mi silencio torvo y gris,
nace de sentir que
estamos separados
por rejas punzantes y
dagas afiladas
y por el viento,
ahogándonos de luz
el anverso de nuestro
cielo.
Respóndeme a la
armonía absorta
que hallarás en mi
alma
antes de que el sol
caiga,
ayudándome a
sobrevivir
sin tu mirada
encantada,
ésa la que alivia mi
espíritu
cuando se aleja de
ti.
Enséñame a escribir
entre penumbras de amor
al recorrer los
misterios respirados
juntos en quebradas y
curvas.
Compréndeme,
mi fragilidad de
mujer
que como cristal
suave
se quebranta en
ritmos
al escuchar los
latidos de la luna,
cuando el viento se
calma
y solo se escucha mi
voz,
rogando que el deseo
de tenerte,
de acariciarte
para ir de prisa en
momentos de segundos
a enredarme con el calor de tu luz
en la aurora,
en el fuego,
en el verso.
Inquietud
Inquietud porque el
temor,
la duda me acechan,
de que los poemas de
mi mundo mágico
desaparezcan insólitamente,
sin saber por qué.
Ellos emergen
en un momento
perfecto
como el principio de
mi vida,
en tropeles avanzan,
se entrecruzan, se
deshilvanan,
caen al vacío del
papel en blanco
con su destino: que
lleguen a tus manos.
Inquietud,
mis lágrimas errantes
entre mis versos
peregrinos
que abren la puerta
del amor
entre la afanosa y
perdurable angustia
que como ala es
canción
y me estremece el
alma
al temer ser herida y
lastimada.
Inquietud, por tus
desdenes,
la guardo clavada en
mi espíritu
como cruel espina
perfumada,
amante de la rosa.
La guardo cual amado
tesoro,
en mis desvelos
cuando para mis
líricos consuelos
irradian desde lejos
mis versos,
tu alborada
para llenar de
palabras de amor,
tu memoria.
Inquietud de amar
que con versos y cantos
será notoria por
hacerlas
nosotros la sublimación de nuestros anhelos.
No importa que se
alargue nuestra espera,
sin prisas viviremos
en la gloria.
Inquietud fugaz y
pasajera,
quiero mirarte cara a
cara,
viéndonos en lo que somos,
brotando desde las
dichas cumplidas ayer,
la dicha futura
llamándonos
y otra vez la vida se
siente
como un sueño trémulo
entre pimpollos florecidos
de alelíes,
campanillas azules,
rosas, amapolas,
enredaderas de vida de un existir pleno.
Siente vibrar el amor
dentro de mí,
¿Dónde se habrá
guardado la estrella mía,
mi cristal ambarino
de centelleante color?
Inquietud de que tú,
amor,
no existas en mi vida
y esta ternura que
ciñe mis hombros,
que entolda el oro de
mi corazón
me colme de pena.
¿Adónde buscaré el
agua
si sólo conozco el
eco de la fuente?
La noche me niega su
torso de aurora
y voy extrañada,
perdida, anonadada
al mundo en que tú estás
trocando el aire azul
en búsqueda por el
cielo
donde estás tú, mi
amado.
No queda mucho
tiempo, todo cambia.
¿No sientes inmensas
huestes de besos,
de resistencias, de
porvenir en las manos,
de arrebatos y de
calmas?
Inquietud de que
perdamos el segundo fugaz
de encontrarnos,
porque allí, detrás
de los besos,
de las miradas, del
gozo sin forma,
están y seguros,
nuestros mutuos
sentimientos esperados,
esperando,
defendiendo en
penumbra
lo felizmente encontrado.
Secuestro furtivo
Secuestro furtivo,
¿te acuerdas tú de
aquella noche
que a escondidas
y con misteriosos
impulsos
me llevaste a aquel
umbrío lugar desierto
donde a solas nos
amamos?
La brisa nos acunó
y el mar nos arrulló
con sus ondas
livianas
como una melodía
de lejanas orquestas.
Secuestro furtivo,
me retuviste entre
tus brazos tibios
y yo me deshojé lentamente
como flor de azahar
pura y virgen
y con dulzura me dejé
raptar.
Me quedaría en el
encierro de tu cerco,
en todo lo que estoy,
donde estamos tú y yo
juntos,
quietos como el agua
quieta,
retenidos en el amor
sin sol.
Secuestro furtivo,
disimulado, sigiloso,
¡qué ansia de repetirse
esto que está siendo!
¡qué afán de que mañana
sea nada más
que llenar otra vez
al tenderte ese hueco
que deja,
hoy exacto
en la arena, tu
cuerpo!
Secuestro furtivo,
cauteloso,
para que no se sepa
ni se entere el mundo
que estamos viviendo
entre apretados y
estrechos
cercos cuerpo,
alma y mar.
Nada promete el orbe,
ya nos lo da,
lo tenemos todo ya,
nunca más nos
separaremos
ni por el viento, ni
por las nubes,
juntos cantando
siempre.
Secuestro furtivo,
retención deseada que
despacio,
sin prisa, sin siquiera escuchar tus pasos,
sin ver tu sombra en
la fronda
me envolviste con tu
mirada dulce
y tu voz pausada y
lenta.
Tu risa me secuestró
y le dio colores a la
noche
y yo disuelta en alma
y espíritu
me entregué a ti
hasta unos cielos
lejanos
en una gloria
abstracta del alfabeto.
Y danzamos juntos,
apretados entre frenesíes de pasión,
rodeados de flores
del jacarandá,
azaleas, azucenas.
Secuestro
furtivo,
quemante hasta lo
indecible,
hasta horizontes
lejanos
donde nos podemos
tocar, palpar,
en nuestros reflejos
sin casi tocarnos,
en nuestras formas
reales
donde se nos escapan
suspiros
hasta la muerte.
Nadie nos ve, nadie
nos dice nada,
estamos en nuestro
mundo propio,
sin altares de llamas
pero sí de deseos y
pasiones.
Secuestro sigiloso,
nos dan formas de una
geometría sin angustia
entre delicias hijas
del agua,
cálidas caricias en
los fríos inviernos
entre amores
verticales, cristalinos y auténticos.
Mi pecho se agranda,
se agita,
siente la presencia
de tu amor
en este secuestro furtivo,
nuestros corazones se
unen
y en silencio
nuestras manos
se entrecruzan en el
aire,
en voluptuosa danza
entre sombras sin
paisajes.
Y todo cambia en
nuestro existir,
los besos son únicos,
son nuestros
y como cómplices
del delicioso amar los dos,
atónitos, vivimos el
hoy,
el ayer y el mañana
en un encanto
y esdrújulo sueño
elegido en ondas del viento.
Arropados y
somnolientos
nos elevamos al más
allá,
solos con nuestras
voces y sonidos,
seguros de amarnos
por siempre.