Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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domingo, 31 de diciembre de 2017
Las calles del miedo
Las
calles del miedo,
esas,
las oscuras y escondidas
entre resquicios de mi alma
de
experiencias dolorosas
vividas
en el pasado de ayeres.
De
ellas no sabía salir,
eran
laberintos intrincados,
tenebrosos, desolados,
me
sentía zarandeada, engañada,
en
una red de mentiras y falsedades sin fin.
Te
amaba más allá de esta vida,
eras
mi faro, mi luz,
mi
existir todo
y
cuando tú derrumbaste,
con
un golpe tajante y frío
ese
castillo de cristal
que
juntos habíamos construido,
mi
mundo se derrumbó en pedazos,
desperdigados
por los nortes,
sures,
estes, oestes,
detrás
del sol casi negro
y
de la luna amarilla
con
reflejos de espejos.
Me
dejaste
en
las soledades del temor y pesares
con
el espíritu desdoblado
como
telas de tisú rojizas y llameantes.
Las
calles del miedo,
imperecederas,
encubiertas,
atadas
con lazos invisibles
para
que se las lleve el viento huracanado
y
las arremoline
en abismos profundos del olvido,
en
cuevas jamás encontradas,
nunca
más.
¿Qué
he hecho yo
para
merecer la desgracia
de
no ser amada
por
el ser que en algún instante
de
ese pasado
me
amó con desesperación?
La
vida me plantea esquinas,
rincones,
vueltas, giros inesperados
frente
a los cuales
no
supe ni pude estar preparada.
Las
calles del miedo
que
desde las penumbras me acosan,
me
sumergen en vahídos
y
mareos danzantes
con
sones de trompetas de submundos
que
me hacen emerger inmóvil y estática
como estatua cubierta
de
flores marchitas y enredaderas secas.
Las
calles del miedo
que
atraviesan en breves instantes
este
hoy que vivimos con ellas
como muros del tiempo,
recordados a veces,
olvidados otras,
pero
siempre dentro de nuestro pasado
como
experiencias vividas
que
nos elevó a vibrar
en
la sensibilidad del llanto,
de
la queja, del lamento.
En
este hoy
las
recorro en puntillas,
sin
pies en la tierra,
volando
con alas rotas
que
se mueven hacia este mundo
más
feliz
en
el que vuelca mi todo
en poemas, prosas, versos,
porque
la vida me está despertando,
nuevamente,
al
amor de vivir,
de volver a ser yo otra vez,
conmigo
misma,
a
quererme y a querer
al
mundo que me rodea.
Ahora
estoy absolutamente
enamorada de la vida,
piso
fuerte
y
con mis totales sentimientos
la tierra me acoge
en
todo su esplendor y brillo.
Vivo,
vibro, danzo, canto, escribo
con todo mi amor,
ya
las calles del miedo
desaparecieron
en la nada
de
mis pensamientos,
no
dejando huellas
de
heridas ni dolores.
Ellas
me condujeron
a
ser lo que soy hoy,
una
mujer poeta
colmada de amor.
Mi verso es un gemido
Mi verso de amor es
un gemido, callado,
que jamás se queja
y en las madrugadas,
entre tinieblas y fríos
llega hasta el papel
donde se vierte la
ilusión
de una estrofa
perfumada.
Es para ti, mi númen,
mi amado por siempre,
te escribo con todo
el amor
de mi alma taciturna
que como música
olvidada
tiene azul
resignación
y lo da todo sin
pedir nada.
Mi verso es un
gemido,
dulce, umbrío,
levanta mis
quebrantos,
sin arrebatos y sin
ruidos.
Espera que tú duermas
para decírtelo con
ternura
al son de mis
suspiros cadenciosos.
Es el verso que se
agita
y rápido se despierta
como eco de un
estampido
de una flecha musical
que arrebolada se
estrella
en tu corazón amado.
Mi verso es un
gemido,
moja sus alas en la
transparente
esfera de la gota de
rocío
en la que, absorto,
contempla la imagen
del cielo
unida a la forma de
la Tierra.
Cada estrofa gime y
canta
y suelta su perfume
como la flor recién
nacida
en los atardeceres,
bajo el canto de tus
besos
y en la danza de tus
brazos.
Mi verso es un gemido,
blanco y puro
que alimenta mi
espíritu y mi sed
se nutre de tu
presencia
aún a pesar de la
distancia
que a veces nos
aleja.
Mis áureas palabras,
mis letras
impredecibles,
mis estrofas que
nacen del alma
van hacia las nubes
para flotar en ellas,
iluminadas por luces
de estrellas.
¡Versos! ¡Poesías!
Con ímpetu alado al
ideal ascended
y en las estrofas
verted
todo el amor
escondido
en mi espíritu, mente
y cuerpo, para tí, amado.
Yo mantendré con
aguas descendidas
por las fieles
veredas de mi pecho
el medido esplendor
de tu alabastro
para que una hiedra
de amor
caiga sobre mi pecho.
Mi verso es un
gemido,
un no tocar el río,
apenas aire,
el blando discurrir
de tu mirada.
¡Qué dicha sin
sonrojo
la que corre por mis
venas,
entre las lágrimas
que buscan mi pecho!
Amor callado,
en un silencio
silente
escribo para ti,
con un clamor de
queja y lamento
por no tenerte a mi
lado.
Mi verso es un
gemido,
escribo y sollozo a
solas,
entre suspiros y
plañideras clamo
¡Ven a mí! ¡Te
espero!
Quiero versos sin
lamentos,
todos para ti,
para entrar más
adentro en la espesura,
desgarrando mis naves
de amor
sobre la playa y así,
te daré el sellado de
mi gracia
y tú, la cifra de tu
nombre.
Mi verso es un
gemido,
ahora más calmo,
sosegado,
no hay más tristezas
en nuestro aire
el que nos sigue,
mientras canto
y mi mano fuerza el
hombro de la noche
para que vuelvan
tus labios a los
míos.
Desilusión dolorosa
Desilusión dolorosa,
de a poco,
despacio,
sutilmente,
inundó mi alma
y con miles de saetas
acrisoladas,
rompió la paz
y el sosiego
de mi alma.
¿Dime tú,
por qué debo sufrir
en cada instante de
mi vida
dando sólo amor por doquier?
¿Cuál es el error
que surge de estos sentimientos
puros y profundos
que me embargan
y me desarman
en flores deshojadas
por la tristeza,
la desilusión,
el desespero?
Como estrellas
fugaces,
en períodos menos esperados
me golpean,
me hieren,
me lastiman.
¡No quiero sentirlos
más!
Mi vida necesita del
amor puro
y límpido,
sin mentiras ni
falsedades.
Desilusión dolorosa,
esos grises tonos oscuros
de tormentas menos esperadas,
los rayos golpean mi
alma
y me dejan agonizante
y temblorosa,
miedos ocultos,
afloran a mi piel
y la verdad inconmensurable
y execrable
surge de improviso,
aquel a quien amamos
con intensidad y
pureza
nos clavó una flecha
envenenada
en pleno corazón
y la sangre dolorosa
junto con la llovizna
de lágrimas
que inundó mi cuerpo
me llevó a momentos
de desasosiego
y desorientación.
¿En qué me equivoqué?
¿Por qué deposité mi fe,
mi esperanza,
mi amor
en quien no lo
merecía?
Éste mi amor puro
se elevó tras el horizonte lejano,
dejando tras de sí,
sólo desilusión
dolorosa.
Quiero encontrar el
camino recto,
verdadero,
duradero
y no fugaz
y falso
donde sea comprendida
en estos mil sabores
amargos y crueles.
Desilusión dolorosa,
apenas en un segundo,
mi espíritu,
que libremente se elevaba
entre las nubes de
algodón
y campos de cipreses,
cayó,
llevándose a su paso
marchitas flores de
azafrán
y floridos vergeles
a la tierra seca,
cenicienta,
rojiza por la ira
y oscura por el
desamor.
Desilusión dolorosa,
fueron tras de mí
rumores falsos,
envidias oscuras,
intrigas traicioneras,
buscando hurgar en mi
alma
para que el
sufrimiento aflorara.
¡No!,
¡no lo permitiré
jamás!
¡Soy libre y feliz
conmigo misma!
Mi espíritu vibra
al compás de música
sincopada
y de palabras,
frases de amor
hilvanadas como perlas de rocío
en un collar sin fin
de caracoles enlazados
por la espuma del
mar.
Desilusión dolorosa,
se que como enigmas
indescifrables
se irán de mi vida,
afrontaré con actitudes enhiestas
y verdaderas
el nuevo sendero
abierto,
florecido,
en el bienestar de un
campo
de amapolas,
abiertos sus pimpollos al cielo azul
y allí te encontraré
a ti,
mi amado nuevo,
que me traerá
en sus manos cálidas
mi nuevo destino.
Desilusión dolorosa,
las esperanzas
renovadas
y límpidas
cerrarán las heridas
abiertas
y el olvido
que se acerca sin ser
llamado
golpeará mi corazón
dejándolo límpido
y claro
como agua que golpea
la tierra con desesperación,
a veces
o con dulzura otras,
sin tristezas sin fin,
ni fríos,
ni grises golpes,
sólo sueños
entre luces de amor
bajo la luz de luna
en el agua
con quietud y calma.
Desilusión dolorosa
que no impida mi vida
intrépida,
de aventuras continuas,
rodeándome como un manto
de aterciopelados
pétalos las ideas,
las frases de amor,
las prosas poéticas
que dan sentido veraz
y feliz
a mi espíritu inquieto
y avasallante,
pleno de ansias
de ser amado y
querido,
sin límites truncos,
ni herrajes oxidados
por el tiempo,
sólo aires tibios y dulces
donde flota mi corazón
entre aromas de pitangas,
burucuyá en flor,
azahares volando en el viento suave
llevando la buena nueva
de la llegada a mi
vida
emprendida sin sobresaltos
ni fatigas.