Indignante,
no sé por qué la vida
me hizo sufrir en un instante
tan sólo sin esperar el dolor
lacerante
de una traición sorpresiva.
Tú, el infame,
actuaste como un ser leal,
franco y sincero
los primeros momentos de nuestro
existir.
Indignante,
creí en tí
y por poco tiempo viví
el mundo maravilloso de la ilusión
que el anhelo esperado
había llegado al fin.
Pero, de pronto, sin aviso,
en una forma vil y ultrajante,
cambiaste en un instante,
te transformaste en un ser malévolo,
frustrado,
falso,
que otorgas esperanzas incumplidas,
¿Para qué?
¿Por qué?
Mi vida en un segundo cambió,
mi mente y mi alma brillantes de
alegría,
y de arte de amar,
se derrumbaron con estrépito.
Y ahora, a los pies de lo hecho
tan solemne y tan seguro,
ya no sirve,
olvidado está
y yo salvada, virgen,
ímpeta primera de todo y
nunca de nada.
Indignante,
Inútil héroe blanco,
con venas sin estrenar.
Tú arriba,
ingrávido, leve,
salvado ya de ser vida tú mismo
para vivir en el cielo
monosílabo del puro arranque, en la
chispa
que nada prende, vivirás
¡Qué lejos de lo acabado!
Tan solo de estar queriendo vivir
sin Amor,
diciendo siempre que no
a las formas y a los tiempos
¡Tonta fui al creer en alguien sin
valor,
sin honradez,
sin lealtad,
que se había acercado a mi vida
por instantes de mi existir.
Indignante,
La decepción me colmó,
me desarmó en mil pedazos,
destrozó en espejuelos
agudos y frágiles
mi corazón crédulo e inocente.
Borraré de un plumazo
el poema que escribí pensando en ti,
buscaré en mi mente y en mi alma
el amor por la vida
que siempre existe en mí,
el amor de vivir en mi orbe,
en paz,
felicidad,
esperando siempre con ilusión
al que realmente me colmará
de verdades, de palabras de amor.
No dejaste ya, ninguna huella detrás
vivirás escapado de tu cara
de mi alma que será
hoja fresca del adiós.
Vivir: mirarnos en el adiós.
indignante,
Ya te marchaste,
inútil buscar por donde anduviste,
¿Seguirte?
Imposible.
Cuando andas no te diriges a nada,
tú no sales del existir
centro puro de ti mismo,
son los rumbos confundidos
los que te van al encuentro.
Locura mía de creer en alguien
desconocido y traicionero.
Voy feliz, ahora,
al sendero recto
con rumbo seguro,
con mis pies desnudos,
pisando firme el césped fresco
que me lleva a la plenitud de mi
ser.
´
Voy hacia ti,
el que me está buscando,
plena de esperanzas y dichas sin
fin.
Voy rompiendo trabas,
abriendo puertas y ventanas,
volando con mi espíritu
con alas doradas
al cielo azul,
olvidando recuerdos inmerecedores de
dolores,
sólo ir despacio al infinito
lugar mágico
donde me espera lo único
que es lo que une al mundo
¡el amor!
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