La ciudad nos tira sus ruidos
y en la penumbra de nuestro nido de amor
de mariposas tiernas
tú y yo…
y las caricias desbocadas.
Amor y ruidos,
un bramido rompe la calle,
vieja y de piedras.
Nuestro amor como pájaro sin alas
se acurruca en nuestras bocas desarmadas.
Canta el río sinuoso,
mojado de tipas y empedrados.
En la sed del silencio
y el anhelo
como lenguas de fuego,
se
consumen nuestras formas,
fundidas en un tiempo inagotable.
Amor y ruidos.
Frenadas, humo, arranques,
voces, placer.
Caricias que desgarran,
besos que dibujan
nuestros rostros temblorosos.
Es la ciudad que vive,
mientras va muriendo.
Es el amor que muere cada noche
para nacer…
y volver a morir a cada instante.
“Fue allí donde comenzaron
los secretos,
lo prohibido,
el declive de la vida.
¿Cómo hacer para deshacerme de ti?
Sí por entregarme desaforadamente
¿me perdí y te perdí?”
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