Desdén,
palabra no
pronunciada
cuyo significado hace
estremecer mi alma,
nunca lo sentí
en ningún momento de
mi vida
hacia nadie,
pero en este instante
surgió en mi mente,
¿cuál es la razón?
Desdén,
es lo que conmueve
las fibras
más íntimas de mi
ser,
es el desaire que a
veces por instantes
inunda nuestras almas
por el dolor que
alguien nos provocó.
Si se acerca el
desdén
muestro desprecio
poniendo a prueba el ingenio
con sagaces aforismos
que me llegan
subrayados
con significativas
miradas de envidia,
celos, menosprecio,
a los que respondo
con total
indiferencia
sin inquietarme un
ápice,
sin juzgar actos y
pensamientos malsanos,
me inunda una
tolerancia objetiva
hacia su existencia
y por segundos me
invade
un profundo
desagrado.
Frío desdén,
mi rostro llevado del
desprecio
y la diversión esboza
una expresión de ira
y amargura
que dura tan sólo un
instante
ya que vuelvo a ser
yo,
la pura mujer poeta
que es totalmente ajena
al mundo material que
me rodea.
Mantendré con aguas descendidas
por las fieles
veredas de mi pecho
todo el amor que me
inunda
cuando el cielo se
afila
al conjuro de un
sutil cosquilleo
de flautas que alejan
de mí sentimientos
malvados.
La última estrella
remisa
abandona su puesto de
guardia
desde donde los
ángeles
me protegen y cuidan
para que mi alma
encendida y liviana
lleve su amor por
doquier.
Desdén,
no estás en mí tratando
de sacarme de mi vida
casta
para arrástrame con
sed de verme
en el silencio del
mundo
de las sombras
miedosas,
delgadas, oscuras,
para que me interne
en el inframundo
de lo desconocido.
No lo lograrás,
la luz brillante me
envuelve
en el gran aire vacío
de dudas,
dolores, penas y
soledades,
entre azares sin
respuestas.
¡Qué gran plenitud
vivir en paz y armonía
desoyendo las
palabras sin color,
tan vagas como las
sombras!
Entre jazmines,
rosas, azucenas,
alelíes,
están los nombres de
los que no mienten
ni hacen daño ni te
hieren,
mientras haya cantos
en la oropéndola,
la vida es felicidad
plena.
El futuro es
distancia,
no deseo perderme en
lo venidero,
quiero acercarme a mi
presente
sin desdenes que me
acosen
en las largas
dulzuras del minuto
de tiempo al tiempo,
sin torpes
atropellos,
entre quietudes y
calmas,
el alma se enaltece
en búsqueda de la
verdad.
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