Añoranzas de amor, recuerdos vividos entre
amoríos bravíos y ansiosos
¡Qué sensación tan profunda arrancan estos de
mis entrañas!
¡Qué gritos de amor desgarran de mis poros y
mi sangre!
Para dar contigo en mis recuerdos, ¡Qué lejos habré
de ir!
El amor es distancias, vaivenes sin parar
y en el medio del camino, nada.
Ni tu voz, ni tu silencio,
sin preguntas ni clamores.
En la superficie del silencio mis añoranzas de
amor se quiebran
y como rayos , saetas, caen en un vacío
profundo y oscuro.
¡Cuánto necesito a mi lado el amor que se
quedó en el camino!
Como las piedras, las preguntas de ¿Cómo?¿Por
qué?¿dónde?,
se pierden en el fondo de un abismo.
Me transforman en esta búsqueda inútil,
en una infecunda virgen alta, de cristal,
antigua, inmóvil y deja esa inútil búsqueda
de las añoranzas de amor, esas las deseadas,
con un ¡adiós!.
El viento, su destino, las sube al cielo puro,
ya no serán más inútiles búsquedas
como el final de la última hoja de otoño
que pasa lenta en el aire puro y diáfano.
Ya la luz de estío y otoño, la luz de goce y
de tristeza, me inunda el alma
con penas y recuerdos.
Lejos deben quedarse, quietos los recuerdos y
sin inútiles esperanzas,
debo esperar el amor, ese que está oculto
esperándome
que me
aleje de mis añoranzas del pasado y pueda encontrarme
casta y pura para entregarme a él, el
verdadero, el esperado,
el de las aguas de bondad sin fondo,
en un silencio liso sin derrota ni gloria
este nuevo y puro amor me liberó de mis
tristes añoranzas
y solo quiere estar a mi lado aún desde
lejanas distancias,
acallando desde su horizonte mis penas
con pasión, goce, fuego y viento, besos
y palabras con verdades dulces y tiernas
“Allá
voy con mis delirios
a
saborear la paz
serena
de tu amor”
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