Discordia,
soy como una hoja ya casi rendida,
por la desavenencia que surgió entre tú y yo.
Puro silencio, el jardín de hace escenario,
del drama feroz entre dos almas.
La pausa entre vida y muerte,
fascinada, toda silencio a la mañana.
De miedo nadie se muere.
La inminencia de un peligro-
muerte de una gota clara-
crea entorno vidas de rencillas apasionadas.
Discordia,
¡Y ahora! … la disensión no separará por siempre,
si no sopla un aire súbito,
si el sol, la luna, los astros,
los vientos, el mundo entero, se están
quietos,
sólo se oyen mis gritos, mis ansias,
mis quejidos por la discrepancia.
que súbitamente surgió entre los dos.
¿Por qué?
¿es por la pasión intensa
el goce extremo que vivíamos tú y yo que de un
minuto a otro
desapareció?
Que aunque villano el azar visibles rumbos nos
lleven,
el aire todo es camino para ahuyentar la exención.
Discordia,
¿Por qué
nos separamos?
¿será porque yo no vine-
soy la extrañada- mientras se quedó tu canto,
tan buena ausencia guardándome junto a mi
alma?
¿Por qué estoy yo aquí, será, de ti
distanciada por horas,
horas y horas, por tierras y mares anchos?
¿Por qué yo estoy aquí y tú estás dónde estabas?
Discrepancia, diferencia entre dos amantes,
como si viviéramos un sueño enorme indistinto.
Tantos espacios ofreces, invitación, a los
signos de la separación.
Discordia,
vivimos tú y yo trémulas peripecias por
mirarnos tanto.
mi verso se salva de caer en el vacío,
pues con letras de oro y plata,
una ninfa los recoge
y los convirtió en leyenda
y el amor aún creído perdido a la inmortalidad
asciende.
Discordia,
esperanza de que la discrepancia desaparezca,
en el
aire lejano y los versos, las cartas mías,
a ti te llegarán volando y se posarán en tus
manos,
Para que nuestro amor reverdezca.
ya ni la tormenta ni el rayo nos separará más,
se acabaron las rencillas, las que no quiero, porque
no te hablaré más,
ahora el amor entre los dos resurgirá con más
ímpetu,
con ardor, con plenitud para vivir por siempre.
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