Distancia, me desarmo como
una nube deshilachada en penas.
Quiero estar allí, no a
distancia lejos de ti, pero debo estar acá.
El amor perdona a quienes
saben amar.
Se cobra su tributo.
Le pago sin demora aún
desde tan lejos,
con el dolor de la
distancia antes y ahora.
El perfume lejano de tu
ausencia me acarició la piel.
Sentí que me abrazaban y
me besaban.
“Es su silencio”, me dije.
Era su silencio. Un
silencio vivo, bullicioso de recuerdos,
de manos de papel, que
acariciaban mi pelo desprolijo.
Un silencio a la distancia
de voces mentoladas y ojos cenicientos de cristal.
Te amo en la espera porque
se ama con el tiempo.
Letargo impreciso que
arrastra en sus alas minutos y tormentas,
para acercar a mis
caricias el fuego de tu piel.
“Cae
la lluvia donde tu sombra,
vive en la eternidad”
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