La
noche se acerca,
las
penumbras me envuelven
cual
manto de entrelazados
hilos
de terciopelo azul
y
pienso en ti.
Las
nubes grises y altas
giran
en círculos dibujando
en este
atardecer tardío,
cerca
del horizonte trazos de colores
que se
van diluyendo en la nada.
La
niebla torva del silencio
ahoga
tu luz ausente
y como
la sal traída por el viento
desde
el mar
te
pegas a mi piel y te vas despacio,
levemente,
La
noche se acerca
y aquí
estoy
con la
desgarradora soledad
de tu
recuerdo,
te
siento,
estás
en mí
como
una sombra de fuego
y
tormenta.
A
través de la húmeda niebla
que es
un velo
todo
impregnado en llanto,
te
vislumbro y deseo
estar
en tus brazos
y la
felicidad me inunda.
La
noche se acerca
y te
necesito cerca,
me
llegan notas aterciopeladas
que
recuerdan un concierto de amor.
La
noche se acerca y te siento lejos,
en el
dolor de la distancia,
del
antes y del ahora.
La
noche se acerca y tú no estás conmigo,
en una
lejanía cercana
el agua
modela tus formas
de
hombre esculpido en el andar,
en el
sufrir de las distancias,
en el
querer de los recuerdos.
La
noche se acerca
y tu
ausencia tenaz me duele,
es mi
dolor secreto,
mío
sólo.
Ya no
se definir en la distancia
si
estás presente
y me
hieres con tu ausencia
o si es
tu ausencia tan fuerte
y
desgarradora que vives
presente
en mi mundo interior
desorientado
y triste.
La
noche se acerca,
con ese
toque de misterio
que da
el amor,
no te
alejes más,
mis
quejas solitarias
me
colman el corazón
que con
alas de ciudad
y voz
de horizonte se alza
entre
rumores de caricias
no
dadas y besos olvidaos.
¡No te
alejes más!
¡Ven
con la noche
y
tómame en tus brazos
es la
hora de soñar con lo que fue,
es la
hora de soñar con lo que será!
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