Pienso
en ti, a cada instante de mí existir,
desde
esta lejanía de horizontes nuevos,
no
era solamente pensarte con mi pensamiento,
es
desde mí, desde mi alma y mi cuerpo.
Desde
el gran sueño del cielo,
desde
las estrellas,
del
callado mar,
de
las hierbas invisibles,
todo
desde este ancho mundo te pienso siempre.
A
la luz de este quererte mío concurren el gran silencio
y
las suaves voces de las nubes
y
el cántico hacia mí que me cantabas.
No
te detengas nunca,
cuando
quieras buscarme hazlo,
atraviesa
muros,
murallas
de agua,
anchos
abismos de aire
y
me encontrarás esperándote siempre.
Este
amor por ti es remolino,
donde
confluyen todas mis alegrías,
mis
sollozos,
mi
risa cierta,
mi
tristeza angustiante.
Sin
ti soy tan solo una mitad,
una
sala vacía restelliante de luces,
un
bosque sin arboles ni hojas.
Al
pensar en ti desde mi alma brota un susurro dulzón,
suspiros
profundos que envuelven este amor por ti.
Te
quiero con un querer eterno,
que
hace brotar un gozo de algarabía en mis pupilas húmedas.
Te
extraño,
necesito
estar mecida entre tus brazos,
besada
cálidamente en todo el cuerpo,
amada
por fin enteramente tuya.
Te
pienso con mis pensamientos más leales,
que
se han propuesto encontrarte
y
apresarte entre mis manos acercándote hacia mí,
todo
tu rostro amado.
Te
espero sólo a ti,
Con
un ser que no espera a nadie,
Sólo
a ti.
Si
tu voz se sintiera con el alma,
¡ay,
cómo te vería !
tu
voz tiene la luz del amor,
que
ilumina mi cuerpo y mi espíritu.
“Tú al hablar se encienden
los espacios del sonido y
el silencio quiebra
su gran oscuridad”
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