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sábado, 22 de septiembre de 2018

Aquí estoy


Aquí estoy bajo la desgarradora
soledad de tu recuerdo consumiendo mis temblores,
devorándome mis gritos bajo tu piel
fantasmal y traicionera
que me ahoga desde esta distancia tan presente.

Te siento,
estás en mí
como una mariposa
de fuego y de tormenta.

Me ahogas,
me arrancas el alma en cada abrazo,
me desarmas el corazón en cada beso.
Ya no sé definir en la distancia
si estás presente en este Hoy
o en la lejanía de tu ausencia.

O si es  tu ausencia tan fuerte,
tan poderosa,
tan sentida y arrogante
que vives presente siempre
en mis formas afiebradas.

Aquí estoy,
te busqué en el horizonte,
en el cielo,
en el mar,
que activo como la ola,
la ola desnuda y sola que estalla
en cada cabriola y se desangra
al llegar y no te encontré.

Aquí estoy,
un hondo estremecimiento
se aquerenció en mi interior
y destelló en rededpr,
creí que estabas conmigo y un símil de paraíso,
un horizonte plomizo,
desembaló la mañana y claveteó en mi ventana
un cielo gris y oscuro,
tú no estabas.
Aquí estoy,
el pájaro que crecía dentro de mí,
desangróse,
rastro quedó de su goce en mis manos desoladas,
entristecidas y moradas,
donde la piel impaciente,
incuba un día siguiente
que acaso no ha de tomar.

Aquí estoy,
esperándote,
mi memoria se pierde,
mi cuerpo pesa apenas
y hasta la sangre en las venas
más que andar,
se detiene.
Un mundo como de sueño
del mundo que se volvió
sueño desde el confín de la playa.

Aquí estoy,
aguardo con desespero,
con angustia,
atónita mi voz calla.
No ha de escalar
lo indecible y cuestionar lo visible,
excede mi entendimiento.
¿Por qué no vuelves?

Todo parece un paseo por un cuento y
¡fue duro el despertar!
Escribiré al borde de mis heridas,
escribiré cada vez que mi cabeza
recuerde que como piedras rueda por las calles
estas lágrimas que ya no tengo,
ahora que las tardes duermen
y las noches van de madrugada
al instante húmedo de mi único deseo.

Aquí estoy,
me iré a mi jardín convidador me llama,
cuando en rosas,
jazmines, geranios,
estalla o verdea,
dándome paz a mi alma
para que cante bajito,
sin ahondar las pisadas,
con un dejo de gozo y otro dejo de lástima
me olvido de ti,
me alejo,
ya no te espero,
no eres más mi desespero,
eres tan sólo un fantasma más.

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