Te siento cada día rozándome invisible,
sutilmente,
impalpable,
sin tocarme,
te deslizas a mi lado
y aunque sé que siempre te he llevado conmigo,
eres siempre la suave,
dulcemente imposible,
mi lejanía luminosa.
Te siento cada día cantar,
más no sé donde,
eres algo que vive más allá de mi misma
y aunque siempre eres nube
y horizonte lejano mi espíritu
solitario te sueña siempre.
Mi alma te busca tras toda emoción
¡Mi camino está lleno de tu nombre!
¿Dónde estás?
¿Dónde estás?
Te siento llegar,
muy cerca de mí,
trastocas mi mente en un torbellino
y quiero cantar con la voz del alma
el himno del amor eterno,
quiero abrazar con mi cuerpo de luna
el templo de Eros de tu alma tranquila.
Te siento,
quiero sentir tu presencia huidiza,
sumergiéndome en la luz de tus caminos,
volar con el ritmo del viento
hacia las alturas del amor
y entregarme a ti para siempre
en el éxtasis de nuestra unión secreta.
Te siento,
tu suave aliento ya roza mi piel,
presiento tu ser que se acerca
y como todo en mi vida
es un presentimiento.
Soy como hoja media desprendida
que ya la agita sin llegar el viento,
quedo hoja temblorosa y conmovida
al imaginarte cerca de mí.
Te siento,
mi angustia y mi tristeza se han volado lejos,
sólo aparecen chispas,
destellos que calman en fervores
tu presencia cercana en innúmeros espejuelos
que sobre la faz de agua anuncian tu llegada.
Te siento y en una agitación creciente,
un festivo clamor de relumbres,
de fulgores,
proclama que estás
ya conmigo en una paz eterna
de amores y de goces.
Te siento ya y entre luces,
sombras, brisas, vientos,
el cristal es la espuma surtidora c
omo fugitivas centellas
refulgiendo en sus reflejos,
¡Ah tu voz lenta y triste,
ya la presiento a mi lado!
Eres mi sed,
mi ansia sin límite,
eres mi camino ansiado.
Te siento
y vas tiñendo con tu amor mis palabras
porque todo lo ocupas tú
vivamos siguiéndonos uno al otro
como el viento que lleva la hojarasca
y sumerge de besos la distancia.
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