Profunda
calma,
mi
alma a tu lado,
se
anega de esperanzas
y
mis ojos enamorados se abren con destellos
de
cielos azules,
abriendo
follajes,
mientras
el sol recorre las largas avenidas
de
tu voz de horizontes nostalgiosos.
Se
mueven tus distancias
como
alas batientes
para
llegar con tu amor a colmar
mi
corazón y mi respiro.
¡Qué
dicha es sentirte cerca,
sin
sonrojos corriendo por tus venas,
hasta
mi cuerpo que tranquilo te espera
en
mi cuenco sellado,
que
es todo tuyo!.
Profunda
calma,
de
nuestro amor callado,
dejando
firme hiedra en mí plantada.
En
nuestras manos el amor como notas,
suben
en números concordes,
desde
tu pecho a mis ojos,
que
anhelantes lo esperan siempre.
¿No
sientes inmensas huestes de besos,
bandadas
de ansias en tu alma,
de
suspiros y de calma?.
Entre
nosotros existen gozos,
besos
y miradas,
esperados,
esperando.
Profunda
calma,
entre
los dos con cada abrazo
le
nace un nuevo ser a otro abrazo.
El
beso que se termina,
otro
se pide así mismo
y
en su dichoso expirar
se
siente ya madurado.
No
cerrar nunca las manos entre nosotros dos,
así
no se agotarán las dichas,
ni
los besos,
ni
nuestro amor.
La
vida nos la ganaremos siempre,
con
nuestra profunda calma,
entre
suspiros entrecortados
y
risas silenciosas.
Vivimos
tú y yo de milagros,
colmados
de fabulosas palabras de amor,
sentimos
la ilusión de que nada nos cuesta nada.
Que
el hecho más sencillo,
el
primero y el último,
fue
querernos.
Nos
amamos en una profunda calma,
tropezamos
juntos con el cielo,
con
un papel
o
con nada,
ni
aire,
ni
tierra,
ni
agua,
tan
sólo nos amamos en este nuestro destino del Hoy.
“Acude,
ven conmigo,
tiende tus manos,
los dos nos buscaremos
sin ninguna ansia errante”
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