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sábado, 24 de noviembre de 2018

Compréndeme


Compréndeme, tú, el esquivo,
el que hace piruetas danzarinas en el aire,
 soy en tu existir ya una nada
ya que dentro de mi corazón
surgen las palabras tan plenas de significado
que desaparecen sin ser comprendidas
porque es muy difícil recibir un poema con letras
de néctar y miel
y construir el amor con la mente.

Compréndeme,
soy una mujer poeta
que necesita ser amada,
no me juzgues
y sólo trata de escucharme
porque si hoy muero dentro de mis letras,
me voy con ellas.

Estoy pasando por un diferente sendero
 sin estar junto a ti,
pero si me amas
y estás a mi lado
mis poemas tendrán dueño.

Seguiré escribiendo para ti
porque te tengo encerrado
dentro de mi mente.

Compréndeme,
  la tristeza de que tú te alejaste
es como una agonía del no existir
y no quiero hacerte daño
diciéndote ¡vete ya de mi vida!
o trata como el aire con su brisa nueva
sentirme en mi tonada de vida.

Compréndeme,
con el tiempo no me olvidarás, tócame…
yo soy la zarza
que en tiempos de lluvia, quema, llámame…
Al escuchar tu voz
 mi alma reconocerás vencida en esta guerra,
mírame.

Eres tú mi agua quieta,
 la turbulencia, calma y tempestad
 que al mismo tiempo me doblega,
 fórjame.
Compréndeme,
siente en las palmas de tus manos,
en los labios,
mi cálida huella aún del tibio abrazo
en el que dejamos de ser uno en dos.

Estamos al otro lado
 de los sueños que soñamos,
 a ese lado
que se llama la vida que se cumplió.
Y ahora,
de tanto haber realizado nuestro soñar,
nuestro sueño está en dos cuerpos.

Compréndeme,
la vida, si estamos juntos
se siente como un sueño trémulo,
 recién nacido.

Compréndeme,
 mi silencio torvo y gris,
nace de sentir que estamos separados
por rejas punzantes y dagas afiladas
y por el viento,
ahogándonos de luz
el anverso de nuestro cielo.

Respóndeme a la armonía absorta
que hallarás en mi alma
antes de que el sol caiga,
ayudándome a sobrevivir
sin tu mirada encantada,
ésa la que alivia mi espíritu
cuando se aleja de ti.

Enséñame a escribir
entre penumbras de amor
al recorrer los misterios respirados
juntos en quebradas y curvas.

Compréndeme, 
mi fragilidad de mujer
que como cristal suave
se quebranta en ritmos
al escuchar los latidos de la luna,
cuando el viento se calma
y solo se escucha mi voz,
rogando que el deseo de tenerte,
de acariciarte
para ir de prisa en momentos de segundos
 a enredarme con el calor de tu luz
en la aurora,
en el fuego,
en el verso.

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