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sábado, 17 de noviembre de 2018

Cuando me fui


Cuando me fui, sin darme cuenta
despacio, muy despacio,
me iba por un caminito de piedras
con árboles sin hojas a su costado.
Yo iba hacia el nunca jamás,
plácidamente, sola, pero con serenidad en mi espíritu.
¿Por qué me iba?
¿Cuál era la forma de regresar?
Iba hacia la muerte,
sin saberlo, sin temor, con fé,
pero algo me hizo regresar.
¿Por qué?
¿Qué debía hacer yo en esta vida presente?
No lo sabía, pero de pronto regresé
con un súbito estremecimiento, con mucho amor a la vida
que me llamaba para que yo empezara a escribir mis poemas de amor,
éstos que escribo sin cesar,
que me estrujan el alma,
que necesitan volcarse en hojas apergaminadas, en blanco,
que las espera ansiosas
como un amate deseoso de placer y gozo.
Y desde lo profunde a donde me dirigía
me encontré en el cenit,
con mi inocente cuerpo voltario,
ingrávido, juglar,
interminable juglería, casi sin volar
toqué tierra nuevamente,
liberta de las leyes del contacto del irme y no volver más.
Pues, estoy aquí, feliz nuevamente entre
monosílabos, frases, metáforas, sinónimos, poemas.
Mi cuerpo volvió,
puso al sumo mediodía
equidistante de los dos crepúsculos.
Y nace nuevo alfabeto, se hace y se deshace
y comienzo a escribir rapidísimas palabras de amor,
unas sensuales, otras románticas,
pero todas de amor a la vida.
Y tiendo versos como un trapecista a otro,
como elásticos firmes que se pierden
en volantes que se van por el mundo.
Me fui sin darme cuenta, sin prisa ,
me escapé de esta vida
con el primer rugido de una supuesta tempestad
que llevaba dentro .
Ahora estoy en paz,
volví como un milagro de luz
para esperarte sin tiempo
a ti mi amado el distante,
el que desea mi piel para danzar
encendiendo nuestro propio laberinto
¡Qué gozo!, ¡Qué alegría!
De regreso traigo conmigo tu aroma
 que me alivia la imagen de tu cuerpo
luchando contra el mío,
en una lucha plena de amor
y tus manos le enseñan a las mías
la destreza de las tuyas.
Y al regresar descubrí
el secreto que se me negaba revelar.
Me basto ir más allá de mis tibios pasadizos,
trepar a la cima más alta del deseo
y enseñarme ese punto milagroso y esquivo que esperaba por ti.

                                                                              “¿Por qué esa sensación
                                                                              de haberme ido de esta vida
                                                                              me persiguen sueños
                                                                              y me hace vivir
                                                                              confundida y suplicante?”

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