Hoy tú
no estás,
en mi
presente
no te
veo
y mi
corazón se estruja,
la sangre palpita despacito
y por mis mejillas
caen
las lágrimas
que
nacen
de mi
alma dolorida.
Me paro
en el
recuerdo
para
poder hablarte
y me
descubro
andando
caminos ya recorridos,
momentos
que vivimos,
irrepetibles horas
que no
fueron eternas
y se
llevó la aurora.
Hoy tú
no estás,
es una
espera larga
y el
pasado sin tiempo
se
escurre entre las manos
dejándome
de nuevo
con mi
dolor a solas,
un eco
de palabras
y tus
ojos
que me
acarician el alma
como
vuelo de alondras.
Hoy tú
no estás
con
paciencia,
calma,
con el
viento
te
seguiré buscando
en las
hojas del jazmín,
entre las olas del mar,
en las
canciones,
en las
esquinas,
en los
pliegues de mi piel,
en el
silencio que me mata.
Hoy tú
no estás
y la
espera en mi alma es tuya,
en el
sabor de tu deseo,
en mis
lágrimas
que
ansían encontrarte
en
poemas olvidados.
Hoy
cansada
te seguiré buscando
atenta,
expectante,
anhelante
en mis sueños de hoy,
mañana,
mi amor
de
nuevo esperaré
tu
presencia a mi lado
y
pensaré que susurras en mis oídos
diciéndome
que me
amas.
Te
busco
y
siempre tú apareces,
miradas,
suspiros…
¡ay
amor de mil amores,
amarte
será una profecía!
Y
guardaré este amor
muy
secretamente
porque
buscarte
será
siempre tenerte
muy
cerca de mí.
Hoy tú
no estás custodiando
el
hechizo de mis sueños
y entre
el follaje de tu prado
y en el
fresco temblor
de su
rocío,
creo
verte
y mis
ansias se colman
de
alegría y repaso
la
ciudad,
exploro
el río
e
indago por el mar
por mí
cantado.
Hoy tú
no estás
en el
verde levantado
del
árbol
dónde
pierdo mi albedrío,
ni en
el viento caliente del estío,
ni en
la orilla del mar enamorado.
Hoy tú
no estás
y la
espera es larga
y
sombría
pero
con el ruido de mi aliento
te
seguiré pensando
en mi
silencio,
mis pupilas se encenderán
temblando
y mis
labios
en una
llama angustiante
y
quejumbrosa
te
seguirán llamando.
Iré por
tibios rincones,
abriré mis puertas
para
que el sol te ilumine
y te
indique
el camino
hacia mi querer.
Hoy tú
no estás,
te esperé con ansias
en mi
larga noche,
inmóvil
contemplé las estrellas,
grité
con fuerza tu nombre
y sólo
una luz azul
bañó mi rostro.
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