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martes, 29 de enero de 2019

En armonía con el viento


En armonía con el viento,
los dos creamos
 la más pura armonía de reflejos
en raudas ondas que flotan
en el aire como una canción de amor.

Mis lágrimas trepan
por la lluvia y el sol
y mis estrofas, mis palabras,
son mis letras de papel.

Busco en el viento,
poemas que involucren
todo nuestro amor
 en cualquier rincón del mundo
con el alma siempre colmada
de un amor sincero y puro.

En armonía con el viento,
nuestros corazones saben guardar
en el tiempo
 todos nuestros secretos
de cada momento vivido
 sin penas ni lamentos
como raíces y puentes
de la vida en crecimiento.

¡Qué gozo que no sean nunca iguales
 las cosas que son las mismas!
¡Toda, toda la vida es única!
Si el vasto tiempo entero,
río oscuro,
se escapa por las manos
nos deja prendas inmarcesibles
llamadas días, horas,
en que fuimos felices.

En armonía con el viento,
nosotros los amantes,
 nos prometemos los siempres
con almas y con bocas,
seguros de no acabar
el amor que sentimos,
el que llega a tocar
el techo de la eternidad.

Amor al viento, en armonía de susurros
soy pasajera de tus sueños,
 tus abrazos son mis viajes sin retorno,
 una mirada, un gesto
y se desarman las voluntades de mi cuerpo.

En armonía con el viento,
 canto las odas de mi existencia.
Una sonrisa, una palabra
y mis versos se someten a tus besos.
Quiero alcanzarte en mi penumbra,
quiero posarme en la dulzura de tu calma.

Soy amante del viento
y en las altas llanuras de su éter,
te busco en el rocío de agua
que al amanecer me baña,
navegando por mi cuerpo
en silencio en una tarde de invierno.

Por las curvas sencillas del viento,
 desplazando su caudal de perfumes
en el tiempo, en armonía
con el rocío cósmico
en los atardeceres espirituales
abraza al son de canciones de amor
nuestros mundos profundos y luminosos.

Quiero volar
con el ritmo armonioso del viento,
 hacia ti, hacia las alturas del amor,
quiero elevarme contigo
más allá de las cumbres terrenales
hasta el reino de la paz,
 donde nuestra dicha
no pueda ser perturbada jamás,
unidos por siempre
en amor inmortal.

En armonía con el viento,
viajan las nubes,
las sacude con sus viajeras manos
y nuestros corazones laten al unísono
sobre nuestro silencio enamorado,
zumbando entre los árboles,
orquestal y divino,
 entre acordes de canciones, risas y  cantos,
 llevando la hojarasca marchita
 lejos, muy lejos
como sustancia sin peso
y fuegos inclinados.

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