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domingo, 13 de enero de 2019

Sin libertad


Sin libertad,
¿a dónde irás?
Te la quitaron y tú la ofreciste
como en bandeja de oro
con pétalos de rosas al mejor postor.

La vida entre tambores
que andan por tu sangre
no merece ser vivida,
trasmitiendo la maldad,
los celos,
la envidia,
la ignorancia.

Sin libertad
vives en un submundo profundo,
la luz no te ilumina
como en una galera encadenado
y tu mente divaga
en recuerdos ingratos
y hablas sin pensar
que hieres y lastimas.

¡Basta ya!,
medita contigo mismo,
reencuéntrate y haz que el amor,
el verdadero te envuelva
en una túnica de lentos llantos.

Sin libertad,
mudo levanta tus brazos
y clama por paz y paciencia
como si pudieras salir
de entre los escombros
de pesadumbres
y bajezas en las que estás sumergido.

Yo tengo mi rostro feliz,
mis libres brazos
y todo cuanto tengo,
es Amor,
lo más sagrado
que a raudales sale de mi pecho
aún a pesar de que crean
que no tengo cualidades
de ser humano sensible,
de que soy pérfida y arpía.

Viven en la equivocación del no saber,
del no vivir intensamente,
de tener un corazón duro
como un roquedal
o roto en cenizas.

Sin libertad,
no piensas,
no razonas,
eres intolerante
y te vas desgastando
con el tiempo,
dando valor a lo mísero
y pequeño por conveniencia propia.

¿Sabes  lo que significa
valorar a alguien?
¿Sabes defender lo querible?
¿Proteges a quién te quiere?
No, eres calculador
en tu cueva sin amor,
no das ya más valor
a las cualidades,
sólo te interesa
lo superficial y fútil,
no lo verdadero y único.

Sin libertad
aún cuando creas tenerla vivirás
sin lo más preciado de este mundo,
el amor incondicional.

¡Qué solo quedarás
sin espigas de amor en tus brazos!
Todo cuanto en la vida quieres gozar
no te pertenece a ti,
es de los otros,
los que te rodean
en un mar de la nada,
en un valle de las sombras
donde el frío te rodeará
y la felicidad huirá de ti,
sin nada en tus frías manos,
aún cuando creas tener todo.

Tenías inteligencia y coraje,
piel y pechos duros para sufrir
y vencer los golpes,
los ultrajes,
los manejos de gente necia
y no supiste abandonar
lo que creías necesario
y llegaste  al final.

¡Cuán poca fuerza la tuya! ,
entre el polvo
pero con necesidades materiales cubiertas,
permitiste que invadieran tu libertad
y quedaste desnudo y solo.

No supiste ni pudiste valorar
lo que te conducía al sendero
luminoso de la felicidad.

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