Cabalgando en vientos de perfume y oro consumí tus besos de
mariposas y de miel,
tus lejanas caricias me ataron a la sombra de tu fuego y en la sal
de tus palabras,
hechas de crines doradas e impetuosas, enredé mi alma para siempre,
aunque mi cuerpo no puede ir hacia ti, hasta tengo celos de la lejanía.
No estoy a tu lado pero siento el amor de tus manos y tus brazos.
Acaricio el silencio de tu ausencia, porque desde otra, tu lejana
ausencia siente las caricias,
dislocadas que en galopes de metal y oro llegan a mi cuerpo
nostalgioso.
Aún desde tan lejos añoro en el silencio tu presencia amada y mi
piel añora tus suaves manos,
para cobijo y amparo.
Tengo celos, siento celos, si lo siento, porque no estás a mi lado.
Lejanía, triste palabra no impide que del otro lado del orbe dos
personas se comuniquen a través del éter y se amen.
“Sentí su silencio,
silencio vivo,
bullicioso del papel”
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