No sé quién eres,
ser anónimo,
desconocido,
que quiere entrar
por resquicios de mi
entreabierta vida
para escudriñar mi
alma
que como alba nube
se eleva hacia el
infinito.
En los duros biseles
del silencio,
inmóvil como águila
señera
no permitiré que
hurgues mis deseos
ni roces el llamado
de mi voz.
No sé quién eres,
te desconozco,
tu voz es extraña
para mí,
te desconozco en mis
miradas,
desnuda o disfrazada.
Eres el desconocido
por estas tierras de
mi hoy
y de mi mañana.
No quiero tener cerca
el aire que te cerca
la garganta
ni despertar en tus
pupilas
por no apoyar mis
ojos en el aire.
Tus llamadas son nada
para mí,
tú no estás en el
verde levantado del árbol
donde pierdo mi
albedrío
y en el viento
caliente del estío,
ni en la orilla del
mar enamorado.
No sé quién eres,
tú estás contra un
muro hablando
y mis sentidos crecen
a tu espalda,
flamígero cipreses en
hilera
y por los aires un
círculo amarillo
huye demudando mi
casta y pura alma.
Quieres hurgar la
raíz de mis sentidos vedando
con tu figura con un
cerco de jóvenes olmos
mis poemas de amor
que se esconden de
ti,
el desconocido.
No sé quién eres,
muda su verdura el
monte nuevo
con un temblor tocado
de rocío
y tú el anónimo como
un árbol
doncel quieres
irrumpir en mi vida
con un viento por
vientos perseguidos.
Crece en mí una
hiedra pálida
de dudas ahogando
en desazón al
pensamiento
y buscas de tener las
horas de la espera
en la ramazón
elástica del viento.
No sé quién eres,
sólo sé que estás
rezagando mi camino
como cruz que aprieta
las nubes contra el
cielo.
Es inútil que me
busques
me persigas con tu
voz,
tú pisas otro suelo
y lo ignoro cuál es
tu anhelo,
yo soy vagabunda del
cielo,
tú un vagabundo de la
tierra.
No sé quién eres,
no me busques, no me
podrás hallar,
la luna es una nota
errante
que se extravió de su
cantar
y con su luz
agonizante me esconde
y entre secretos me
cobija
para que tú no me
encuentres jamás.
No sé quién eres
y prefiero no
saberlo.
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