Tu voz, cántaro
de tiempo,
seducción
de amor,
episodio
que borra al fin tu sangre de los cantos.
Con que
levedad el viento,
con que argucia
los recuerdos acuden a mi memoria.
Con que
dulzura las palabras viajan por entre el viento.
Susurros a
mi lado,
suavemente,
con ternura,
con levedad
de amor tus palabras dicen:
“Mi
princesa”,
“Mi mundo”,
“Mi hada”,
y estallaba
tu risa en luminoso torrente de tu abrazo.
bastan dos
palabras:
¡Te amo¡
y florece
una rosa blanca,
justo en
medio de la noche.
Tu murmullo
es una música en el aire.
Es el latir
de la ausencia la voz sin silabas de tu voz,
la que ha
sido,
la que es,
la que amo
como puerta abierta al amor,
cierto,
verdadero, total.
La palabra
en tu voz desbroza el campo de nuestra higuera primordial
y allí
regresa en tus manos
al abrir lo
que la palabra no sospecha,
mi puro
existir para ti.
Canto de
nuestras voces juntas
que hoy
nuestro viento aviva,
viento que
en su momento es quietud.
Tu voz,
acariciante, plena de amor,
se adentró
en mi,
hizo
revivir mi deseo,
mi gozo, mi
placer de estar junto a ti.
Con tu voz
fresca pertinaz, enredadera,
me ciñes,
trituras mi desgano
y disuelves
mi porte en un vaho
de
campestre otoñal.
tú que en
mis venas pirueteas,
has fluir y
refluir mis amores,
te deseo
entre mis brazos apretujándome,
enlazado
entre tu cuerpo y el mío.
Un agua no
pausada,
si cantada,
se allega por tus manos a mi pecho.
¡Te amo
amor mío
y tu voz
siempre presente en mi Hoy!.
“¡Que
sensación tan profunda
tu
voz arranca de mis entrañas!
¡Que
gritos de amor desgarras
de
mis poros y mi sangre!”
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