¡Oh mis
fantasmas! ¡Oh mis queridos espectros!
La noche ha
dejado noche en mis cabellos.
¿En dónde
estuve? ¿Por dónde he andado?
¿Pero, era
ausencia aquella o era mayor presencia?
Espectros,
cuando a las piedras oyen mis pasos,
sienten una
ternura que les ensancha el alma,
se hacen
señas furtivas y hablan bajo.
Allí se
acerca esta mujer poeta, la de hoy, de las distancia viene,
fatigada de
tanta muerte al hombro, de tanta vida en el pecho y
busca de
noche el amor perdido.
Espectros, heme aquí vestida de lejanías, atrás quedaron
los negros nubarrones.
Los años de
tinieblas en el antro olvidado.
Traigo
un alma lavada por el fuego,
traigo un
cristal sin sombra, un corazón que no deja la imagen de la nada y
un rostro
que sonríe.
Traigo un
amor muy parecido al universo.
La poesía me
despejó el camino.
Ya no hay
vanidades en mi vida.
¿Quién guió
mis pasos de modo tan certero?
Fantasmas ,
espectros, ángeles del amor, no lo sé,
estoy
protegida de los celos, las envidias, la maldad.
Mis ojos dicen
aquellos que cayeron, disparad contra mi vuestros dardos,
vengad en mí, vuestras angustias, verted en mi
vuestros fracasos,
soy
innumerable, he tomado mi sitio en el cielo como el silencio.
“Generosa alma que se entrega
a través de la
creación,
triunfos y ganas”
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