Mis
pasos de alondra,
pisaron
un otoño húmedo y te sentí volar,
entre
la fronda indiferente de viejos pergaminos.
Quise
seguir tu vuelo solitario.
Quise
amarrar tus ojos a tus alas.
Quise
rehacer mis dedos con tus plumas.
Más
tu volabas… volabas…
Autómata
juguete de papel y cielo.
Y
te tragaba el viento.
Y
te mordía la distancia luminosa.
Y
yo soñaba… soñaba…
que
hoy… tal vez mañana…
quizás
un día…
yo
sería la rama de tu nido.
Y
fui la rama.
Y
allí posaste tu piel con el ahogo de de tu aliento.
No
hubo nido.
Tú
volaste…
fuiste
un cuento.
Mi
sueño, una leyenda de otoño en mi memoria.
“Nadie previno,
la culpa de existir,
no acepta culpas”
No hay comentarios:
Publicar un comentario