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lunes, 25 de marzo de 2019

Néctares y efluvios




Néctares y efluvios
que llegan a inundar
 de maravillosos colores
 mi mirada,
la de los ojos inquietos
y hienden el aire
 con aromas tiernos
de deseos ansiosos de degustar
con amor
su mezcla de sabores,
olores,
pinturas de rojos,
amarillos,
verdes
que entre brillantes compuestos
 se unen para crear la belleza
perfecta
 de la creación.

Como tejidos por manos aladas
colmadas de tesoros,
misterios y luces
que como débiles rayos de sol
son para mi amado
 como rosas y lirios
sembrados para su deleite y goce.

¡Oh! tus labios se endulzan con la miel
y la canela
y el aroma de la menta
nos envuelven
como copos de delicias
jamás imaginadas.

Néctares y efluvios
nos llegan
 porque nos amamos y vivimos
en el sol de nuestros ojos novios,
como el sol del verano,
del goce perfecto
y entre almíbares de agua de rosas
o de azahar,
entre el zumaque
y las nueces,
manzanas y limones,
nuestro amor crece
y sentimos en nuestra piel
el rocío dulce de pasas
y piñones
 que nos hacen abrazarnos
y besarnos en una total plenitud.

Néctares y efluvios del comino,
del cilantro,
la pimienta,
la cúrcuma amarillo naranja,
 el azafrán de color vivo,
nos atrapan
en aromas de intenso poder
que nos hacen vibrar
 como ímpetus únicos
este amor cobijado y total.

Y el dulce sabor de la vainilla,
del pistacho,
del sésamo,
de la azúcar,
nos hacen desear arrumacos,
besos en la frente,
abrazos ligeros
y tiernos a la vez.

Néctar de albaricoques,
dulces de color suave,
pistachos finos
que como red
nos hechizan
 en una macedonia de colores
con agua de azahar
o agua de flor de rosa
y en este gran taller del gozo,
 detrás de la luz incierta,
llegan a nosotros
 tibias por los ríos
las nieves de la lejanía
para unirnos como corriendo
en crestas de amor
con espumas deslumbrantes
que rutilan por el agua
con júbilos y festejos.

Néctares y efluvios
que hacen una plena consumación
de nuestro amor
entre jugos de uva,
leches de coco
y tierra plena de citrus acidulantes
 flotamos sobre el agua,
hecha y deshecha
por luces sucesivas,
 todo en un lecho de amor
entre olas,
nubes,
horizontes y orillas.

Néctares y efluvios
que de a poco,
espontáneamente
nos transportaron a lugares secretos,
nuestros,
donde nadie nos encontrará
 ya que nos perdimos en fiestas nacarinas,
en albores,
en celajes,
sin prisa,
pero dispuestos a amarnos más.


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