Soy
mujer,
vulnerable,
sensible,
que
oculta y dormida
me
escondí del amor
por un
tiempo muy largo,
días,
tal vez
años,
con
temores ocultos
a ser
lastimada y herida.
Soy
mujer
y ahora
soy libre como el viento,
para
amar, para soñar,
para
elevarme hasta el cielo si quisiera
porque
nadie decide mis sentimientos,
nadie
le pone alto a mis devaneos.
Amo el
amor
y canto
mis palabras dulces
que
como desafiantes jinetes del aire
se
vuelcan en páginas de colores
como
prosas de amor
inventando
nuevos mundos
desde
las frases tiernas
y
llevando a las alturas
como
aves peregrinas
las
lágrimas que se van con ellas.
Soy
mujer,
me
invento en la cumbre
adivinada
entre árboles retorcidos
buscando
el retorno de la sonrisa.
Sigo
las huellas de mis pasos
en
soledades mías,
muy
mías,
quiero
estar allí contigo
pero
tengo miedo de amar
y debo
estar acá.
El amor
nunca perdona
a
quienes saben amar.
Se
cobra su tributo,
le pago
sin demora,
con el
dolor de la distancia,
antes…
y
ahora.
Soy
mujer
y desde
lejos te miro
con mis
ojos cenicientos de cristal
y me
duele muy dentro.
Soy
mujer
y no
quiero encontrarte ahora
que soy
libre,
me
ahogarías,
me
arrancarías el aliento
en cada
abrazo,
me
desarmarías el alma
en cada
beso.
Nos
uniríamos
en el
fino aliento de la aurora,
entre
claridades que perforarían nubes
y
volaríamos entre frondas salvajes,
sintiéndonos
juntos,
muy
juntos.
Soy
mujer
que en
este hoy clama por ser amada
y desea
que hagas allí,
en tu
corazón,
una
imagen viva y radiante,
feliz y
colmada en arrullos de amor
que
despacito iría hacia ti,
entre
besos de pasión y deseo.
Soy
mujer
y a
pesar de que el amor
me
llevará a sufrir
quiero
en este instante
que
nuestros ojos,
en el
fuego de la tarde
nos
lleven a vivir con alegrías plenas,
bajo
cinceles embebidos
de
nuestro sentir noble y puro.
Soy
mujer poeta,
soy la
flor que deshoja cada amanecer,
llevo
conmigo todos los aromas,
la
dulzura de la miel,
el
calor en una noche de amor,
mi
sueño eterno,
mi
leyenda de otoño en serenata.
Soy
mujer
que ama
más allá del tiempo
y la
distancia que te busca
en los
días de tormenta,
en la
placidez del agua
que en
mi piel revolotea al sentirte
mío
para siempre
sin
angustias ni pesares.
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