Alegría
de estar juntos.
(En
nuestras manos
depositamos
nuestro destino,
en
nuestras alas
cobijamos nuestro amor,
estábamos
juntos
y
palpitaban nuestros corazones,
naciendo
poemas
pero no
sabemos la causa,
la
lejanía nos cercó).
Desilusión
compartida.
Alegría
de estar juntos.
(El
amor con desamor candoroso
llegó a nosotros con un pasajero
con
augurios del mensajero
a la
estación del olvido,
separándonos
aún
sintiendo
ambos una pasión encendida).
Desilusión
compartida.
Alegría
de estar juntos.
(Estando
juntos, mirándonos,
nos
sentíamos en un paraíso
guardado
más allá de virginales jardines
pero
sin darnos cuenta nos marchamos,
se
deshizo el abrazo,
se
apartaron los ojos,
dejaron
de mirarse
para
buscar el mundo
donde nos
encontráramos).
Desilusión
compartida.
Alegría
de estar juntos.
(Nos
hallamos tras nuestras huellas
de un
vivir todo transido
entre
alegrías y penas
pero
amándonos
y hoy nos encontramos solitarios,
viendo la lejanía del pasado
con un
adiós que llegó a escondidas
cual fantasma en noche silenciosa).
Desilusión
compartida.
Alegría
de estar juntos.
(Nos
vimos en espejismos,
puros y
diáfanos
y
nuestros labios se buscaban
para besarse en noche de encanto,
entre
suspiros de noches de plenilunios,
apartándonos
de a poco,
sin
adioses,
en una
trilogía de melancolías
que
fatigó nuestros corazones).
Desilusión
compartida.
Alegría
de estar juntos.
(Nos
esperamos en el momento exacto,
en
nuestro anhelante
querer
de estar juntos,
en ese
día tan claro
que las
presencias de siempre
no
bastaban
y
nuestros besos se quedaban
a medio vivir de sus destinos
y
nuestros llantos nos separaban).
Desilusión
compartida.
Alegría
de estar juntos.
(Nuestro
encuentro
fue un
choque de materia
y
materia que a fuerza de contacto
se
convirtió en victoria gozosa
de los dos en prodigioso pacto de amor
pero
nos dejamos de ver
sin entender el porqué
y
quedamos los dos
con
nuestras soledades sin compartir).
Desilusión
compartida.
Alegría
de estar juntos.
(Alzamos
los ojos
y nos miramos
y el
amor nos unió,
iba yo
hacia ti
y tú
venías hacia mí
y la
identidad nos unió
entre
éxtasis y alegrías intensas
que nos condujeron a separar
nuestras
vidas para siempre
en
tristezas profundas y agónicas).
Desilusión
compartida.
Los dos
sentimos ese dolor
de adentro
al separarnos
y ya
nuestras manos
no se aprisionan,
nuestros
cuerpos no se sienten,
las
sombras nos envuelven
en una
tierra seca,
en una
noche oscura,
entre
incógnitas palabras sin sentido
en un
lenguaje que no es el nuestro,
vamos
rumbo a lo incognoscible,
en
busca de vocablos de amor desconocido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario