Detén el tiempo,
en un lapso preciso donde tú y yo nos amábamos.
Tiempo, detente…
y devuélveme todo lo que te has llevado.
La tarde ha terminado
y con ella mis ilusiones han volado hacia el
infinito,
quiero irme cuando decline el día,
en altamar y con la cara al cielo
donde parezca sueño la agonía y el alma,
ave que remonta el vuelo.
Ya no estoy contigo,
te has ido para no volver
y no quiero recordar los últimos instantes
en que éramos uno en dos.
Detén el tiempo,
quiero volver a vivir el cielo y el mar a solas
contigo,
sin voces ni plegarias sollozantes,
como el majestuoso tumbo de las olas.
Tiendo mis brazos en todas direcciones
para ver si te encuentro,
abro mi pecho acústico para oír tus palabras
que lleguen a mi corazón sonoro.
Pero tu voz no llega.
¿Dónde estás?
¿Por dónde pasa el río tembloroso de tu imagen?
¿Dónde estás?
No te encuentro.
No capto tu huella de luciérnagas
y me quedo en la noche oscura
con mis rígidos brazos esperando.
Detén el tiempo con tus manos
y así pensar en este amor para siempre,
el estar juntos,
el estar amándonos
y así tu detienes la noche con tus caricias,
tus mimos,
tus abrazos cálidos y desgarrantes
y volveremos a ser lo dichosos que fuimos.
Este amor que siento por ti
es como el mar,
se ve el horizonte,
pero no se ve el final
y por eso detén el tiempo
en tus manos acariciando mi cuerpo,
juntos, muy juntos,
mirando hasta ese horizonte sin final.
¿Sabes tú que el tiempo
es como el fuego ardiente de felicidad?
Este dulce amor que en mí nació,
fue cuando te vi
y nuestros corazones en coloquio interminable
se hablaron de nuestro amor,
de lo mucho que nos amamos.
Los días son nuevos en cada instante
cuando en tus manos el tiempo lo detienes
y tu sonrisa reflejada en tus ojos
como brillo mañanero me hace soñar despierta
con los ojos abiertos sintiendo paz en mi corazón.
Soy una llama de amor,
muerta de amor en lecho entibiado,
pasto de celo en huerto clausurado,
alma que tus flechas han percutido.
Detén el tiempo,
no permitas que quede en una isla encallada y
sola,
hambrienta de amor,
ya que tu cuerpo por pábulo reclama.
¡Ven pronto a mí!
Haz que las distancias se muevan como alas
y amémonos hasta el fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario