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miércoles, 26 de junio de 2019

Pequeñas promesas


Pequeñas promesas,
 vienen desde muy lejos,
nos atrapan, nos envuelven,
dándonos alegrías al escucharlas.

Son fugaces y tiernas,
nos despiertan sentimientos
 que creímos ocultos,
que ya nos habían abandonado.

Pequeñas promesas de amor,
de un amor que arrastra recuerdos vagos,
ya casi olvidados,
los cuales creí inexistentes
pero cuán profundos
se arraigaron en nuestras almas.

Nos hacen crecer poderosas alas  
para cortar como golondrina  
el cielo azul y celeste
de esta aurora nueva
y me siento casta, luminosa,
 transparente, serena,
andando libre y sin sombras
en un camino de estrellas.

Pequeñas promesas
que pasan por el aire como ramos verdes,
cercando mi sosiego,
posando un viento en mis labios,
 guardando tu augurio en cofre de plata.

Mis manos están prontas
 a recibir tu ofrecimiento,
rogando que se cumplan mi deseo
de estar junto a ti,
 tan sólo instantes, minutos de mí existir,
calmo y sereno.

Pequeñas promesas,
 te escucho, te nombro y te reclamo
y mi deseo reverdece hacia adentro,
 puliendo artesonados tu ausencia.

Recorre mis orillas
un viento adolescente en primavera
y en este otoño mío
la estirpe de mis cantos se levanta
 y la sangre vibra, palpita,
te convoca y te necesita a mi lado,
 entre suspiros entrecortados y hondos.

Pequeñas promesas,
 el indicio de ti, es como un signo
de dorada abeja en el aire de alelíes,
 la miel de mis labios muda
al carmín tus besos esperados.

Renuevas mis anhelos y esperanzas
y siento crecer en mis solares,
olivos, laureles y mirtos blandos
y proclama con todos mis sentidos
¡tuya soy entre aires de cristal
y oros perfumados!

Pequeñas promesas,
tan sentidas y anheladas
que temo despertar en tus pupilas
por no apoyar mis ojos en los tuyos
y por un breve resquicio de mi frente
se asoman a mi pecho  tus sentidos
y tiemblan las barandas de mi cuerpo
al sentir apoyar tus leves
y deseados brazos
 en mi cuerpo estremecido.

Pequeñas promesas,
siento promisiones que de tu piel sin nubes
se levanta un sol joven de rosas circuido
 y mi boca en la boca del estío
se inicia en el secreto de nombrarte.

Te llamo hasta quebrar mi voz,
no me defraudes,
 prométeme no olvidarme,
sé que el amor se despertó en los dos
y se derramó en nuestras almas,
reflejándose tu imagen en mi cuerpo
como el frescor de la creación primera.

¡Pequeñas promesas,
acérquense, arrumáquenme,
denme la tibieza primera
de un amor amanecido y luminoso!

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