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jueves, 8 de agosto de 2019

Cuando ya no hay más palabras


Cuando ya no hay más palabras,
entre los dos, me siento nadie, me siento nada,
solo un gran vacio.
sin palabras me he quedado,
en un tumulto de voluptuosas confrontaciones,
los sentimientos más profundos
y los deseos más enamorados,
pujan con afán para hallar la dulce salida,
de este laberinto iletrado.
Sin palabras me he quedado
y desesperadamente necesito explicar lo que siento…
¡confesarte que te amo!

Cuando ya no hay más palabras,
aunque mi amor nunca obtenga,
el premio de tus besos,
yo lo mismo he de quererte,
los que lloran en silencio, porque te llevo,
en el alma como si fuera un sueño.
Y cuando estoy sola en mi cuarto,
sin mirarte yo te veo
y ese viaje inalcanzable que se llama
pensamiento me lleva a todas partes
y me dice que te quiero,
con los ojos del alma sin palabra
y en secreto.
No te tengo a mi lado y este tuyo es,
un dios extraño forjado en mis recuerdos,
reflejo de mi misma suave tersura,
grande por mis deseos,
máscara misteriosa,
estatuas sin palabras,
que he elegido a tu memoria.

Cuando ya no hay más palabras,
Sin palabras te digo adiós cuando te alejas,
cuando cierro la puerta de la noche
y contemplo sin un soplo de aire,
la estrella en que t
tú te alejas.
Pero todo súbitamente se rompe,
nuestras manos se desentrelazan,
en tiempo, polvo,
dejando solo vagos rastros fugaces,
recuerdos en las almas.
¿Sí, las almas finales?
¿Las ultimas, las siempre elegidas,
tan débiles para sostén, eterno
de los pesos grandes?
las almas, sin palabras,
como las alas,
sosteniéndose solas a fuerza de aleteos desesperados,
a fuerza de no parase nunca,
de volar, portadoras por el aire,
de aquella que se salva.
                                                                                                                                                      
Cuando ya no hay más palabras,
Nuestro mundo leve y frágil

 se desmorono,
sin palabras,
ya que el tiempo, un minuto era el siglo,
una vida,  un amor.
nos cobijaban nubes cielos, aire, nada,
atravesando mares hechos de lágrimas tuyas
y mías, todo por el silencio solemne y vulnerable
en que las palabras no existían.
¡a este carta confió la pena de perderte!
He de lavar mis ojos de los azules tuyos,
faros que prolongaron mi naufragio silencioso.
He de coger mi vida deshecha ente tus manos,
leve girón de niebla que el viento
entre sus alas efímeras y dispersas,
hizo volver la noche con las palabras,
no mudas, ni en silencio quiero nuestro dialogo,
privado de soñaros.

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