Soñadora,
me envuelven los sueños de amor
como suave manto levísimo,
buscándote, amado,
sin saber donde encontrarte
con miles de palabras invisibles,
gritando tu nombre en el espacio
infinito.
Soñadora peregrina,
sobre el balcón de mi vida,
veo obnubilarse la aurora
por cenizas de estrellas apagadas
y necesito tenerte a mi lado.
Como soñadora fiel,
bañé con luz de luna mis poemas
de amor,
esculpidos para ti en papel por
ríos de sueño,
por siempre.
Soñadora,
que escribe en el terciopelo de
mis versos,
mi amor,
que la musa inspira cuando me
encuentra
y se irá al alba entre perladas
brumas del recuerdo.
Soñadora,
busco la raíz de los quebrantos
para hacerlos desaparecer,
para siempre y poder encontrar el
amor cálido,
el que me espera y entregarme al
goce perfecto.
Soñadora,
voy a los ayeares sin angustias
desoladas,
con el anhelo de evadirme por
fin,
de frustraciones y vivir soñando
en el aire llenos de memorias,
plenos de luces,
de felicidades e ilusiones de
afanes de amar
y de ser amada.
Soñadora de tibios presagios sin
rumbo,
que corren tras ardores de
amores,
sin soledades en sus labios,
en búsqueda de tu cercanía,
presentida ya muy cerca.
Soñadora que vive buscando con
los ojos,
penetrantes, avisores,
en las altas madrugadas
tus vagos rasgos imprecisos,
tu cuerpo fuerte,
tu inventada figura,
imaginando donde tú estarás.
Allí en la oscura noche
donde el silencio lo puebla todo.
Soñadora que muy despacio,
con suspiros en eco,
en lentas claridades,
encuentra tu cuerpo y vamos
corriendo juntos
entre orillas que se llaman
los días más felices.
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