Sed de ti,
de tus besos dulces
y de tus caricias
aterciopeladas,
de tus abrazos
abiertos y afectivos.
Cuando pienso en ti,
mi rostro recupera
perfil y mirada
y mi alma encendida y
liviana
vuela con lazos
azules
saltando árboles
en una rápida salva
de pájaros.
Sed de ti,
de tu cuerpo desnudo
junto al mío
entre rumores de
palabras de amor.
Y en el filo de la
madrugada,
mi sed se acrecienta
con partituras
distintas
que emplazan casi
siempre,
renovando el diseño.
la textura,
el color de la trama de
mi sed por ti,
ahora que te nombro y
te reclamo.
Sed de ti,
cuando el cielo se
afina,
al conjunto de un
sutil cosquilleo de flautas
la última estrella
remisa,
abandona su puesto de
guardia,
me gusta perderme en
ti,
en todo tu cuerpo,
en tus ojos,
en tus brazos,
en tus dedos
entrelazados.
Sed de ti,
me gusta sentir tu
sabor,
tu aroma,
tu olor a bosque umbrío,
tu mirada intensa
que me traspasa el
alma.
Tu eres mi hombre,
o el espejo y tu
rostro,
donde se refleja la
historia,
el aledaño del amor,
sin sombras furtivas
y rumorosas
que crucen como un
galopa antiguo
el umbral de mi
cuerpo esperándote.
Sed de ti,
grito,
clamo,
sostengo mi mirada entre fulgores de ira
por no tenerte.
Sed de ti,
mi boca te busca
con un ansia certera e increíble.
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