Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
Páginas
▼
jueves, 21 de marzo de 2019
Gracias
Gracias a ti por hacerme feliz.
Gracias por ser mi sol y el jardinero
que hace florecer mi alma.
Gracias por haber llegado a mi vida
cuando tenía razones para llorar
y a darme motivos para reír.
Gracias por existir en el río de mi
alma.
Gracias por adiestrarme en el mar, lo
recorrí con deleite contigo a tu lado,
sin reloj ni calendario.
Gracias a ti mi memoria del cruel
pasado se perdió
y viví como de sueño mi mundo Íntimo.
Gracias a ti mi voz calla obnubilada.
Gracias a ti, amo con toda mi alma.
“El arte de
vivir,
es amando a
cada instante”
Silencio
Silencio, frio, helado, tenaz, que
nos inundó a los dos,
separándonos, nos alejó uno del otro.
No quiero guardar mis silencios entre
tú y yo,
lleva tus manos a mi pecho , amor,
que desnudándote caminos,
sobre el muro que cerca mi silencio.
En silencio la piel de tu costado que
une, enciende sobre el ojo,
avivado del deseo y flota tú cintura
sobre el agua que emanan,
mis recónditos adentros.
En silencio balancea en tu frente una
coraza de aire,
que se escapa de tus dedos y sobre
mis besos las palabras une,
tus oídos a mi verso.
Amor, eleva tu nombre contra el
cielo, amor que desnudándote,
caminas sobre el muro que cierra mi
silencio.
“La luna es
una espada,
en cuyo filo
duerme el amor”
Leyenda
Mis
pasos de alondra,
pisaron
un otoño húmedo y te sentí volar,
entre
la fronda indiferente de viejos pergaminos.
Quise
seguir tu vuelo solitario.
Quise
amarrar tus ojos a tus alas.
Quise
rehacer mis dedos con tus plumas.
Más
tu volabas… volabas…
Autómata
juguete de papel y cielo.
Y
te tragaba el viento.
Y
te mordía la distancia luminosa.
Y
yo soñaba… soñaba…
que
hoy… tal vez mañana…
quizás
un día…
yo
sería la rama de tu nido.
Y
fui la rama.
Y
allí posaste tu piel con el ahogo de de tu aliento.
No
hubo nido.
Tú
volaste…
fuiste
un cuento.
Mi
sueño, una leyenda de otoño en mi memoria.
“Nadie previno,
la culpa de existir,
no acepta culpas”