A la
deriva, no me doy cuenta hacia donde voy,
voy
al mar, al aire diáfano,
a la
tierra seca que clama por agua,
al
fuego eterno que bulle sin cesar.
Me
deslizo suavemente,
si
casi tocar un nada,
floto
en el más allá,
buscándote
siempre,
a
través de las nubes
o en
las redes de las hojas perfumadas.
Los
brazos del mar me asaltan impacientes
y
quieren llevarme a tu pecho sensual
que
espera en la dorada playa.
Mido
la planta de tu pie
y la
dulce potencia de tu brazo
y
aún a la deriva
adoro
el rosicler de tus rodillas
y el
sabor de tu cuello a mi costado.
Y en
el aire voy,
sin
saber dónde,
sintiendo
crecer en mi cuerpo
araucarias,
laureles,
nogales,
ceibos,
que
con sus ramas y flores enlazan mi cuerpo
para
que me espere tu amor que tarda en llegar.
A la
deriva voy bajo cielos que jamás he visto
y
quizás detrás de telones de años nos encontraremos
y
nuestros besos estallarán en mil colores,
cientos
de sensaciones,
trascendidos
a la gloria.
Y tú
a la deriva volabas… volabas…
como
autómata juguete de papel y cielo
y te
tragaba el viento
y te
mordía la distancia luminosa
y yo
buscándote soñaba…
soñaba…
que hoy te encontraría
y
haríamos juntos el nido de amor cálido y pleno de armonía.
Y
llegaste desde tan lejos
y
posaste tu piel con el ahogo de tu aliento.
“ahora
estás en mí
me
ahogas,
me
arrancas la carne en cada brazo
me
desarmas el alma en cada beso”
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