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viernes, 24 de enero de 2020

Desilusión inesperada




Desilusión inesperada, sorpresiva, tempestuosa,
sin causa ni motivo,
cual razón si nombre.
Desapareciste en la nada,
como en un abismo sin fondo,
en el cosmos virtual de la distancia.
Eres todavía un agua de lento recorrido,
espacio repentino de la ausencia que aprendí a traspasar con ambas manos sin tocarte.
Desilusión inesperada, creí en ti
En tu protección.
En tu apoyo.
En tu humor ácido y ocre,
Y hoy, sin saber por qué eres sólo una rama breve apenas,
el crujir del eucalipto o del ciprés,
entre los dedos agitas levemente casi sin querer
mi liso espejo de mi mente por tu estancia en mí
y tu ausencia se siente acercándose sosegada,
sin anhelos ni esperanzas,
de que un instante del mañana flotes otra vez hacia mí.
pero es inútil, por  todas mis fantasías de mi mente afiebrada,
sé que no volverás a mí,
como en aquellos momentos mágicos
en los que me decías bajito:
 ¡Muchachita mía!
Sigo aún hablando al légamo lejano 
y aún en mí una luz de amor me trasciende
y me digo a mí misma:
¡No pienses más en él!
¡No pienses en su figura legendaria!
¡No pienses en su sapiencia aparente!
¡No era nadie!
¡No lo será jamás!
eran palabras tan solo,
palabras falsas, que se envolvieron en una nube alta donde no hay ángeles,
no hay fuego,
ahora él es tan solo un destierro,
apenas una rama breve que perfuma.
Desilusión inesperada, equívocos que vivirán en mi alma,
me adormeceré apenas con tu tenue recuerdo.
Ahora ya casi no distingo nada de ti,
no eras más que cenicientas aguas, desnudos árboles que cubrían con luz plomiza,
y un triste esplendor de sol hiriente y alto,
como la tapia fallida que se derrumbó a tus pies.
Mis poemas de amor, más leales y sinceros se acercaron hacia ti
tratando de apresar tu verdadero rostro,
desentrañando las esenciales líneas donde tu fuego y el aire acatan y en los arrabales del  alba espío el múltiple venero donde emerge a raudales la falsedad,
la traición, la mentira 
y desaparece poco a poco toda la luz que quise entregarte a ti, el desconocido
pero es ardua mi lucha interior, mi desasosiego,
la recta que creí sincera,
se espirila,
la curva de mis sentimientos ambiguos se endereza sin acertar el rumbo ni la escala.
y la alta imagen que tenía de tí con su luz, tropieza
y en su ímpetu resbala, solo queda tan solo ¡Un adiós!

                                                                              “! Que feliz me siento
                                                                              con mi extraña culpa
                                                                              de creer e ti!
                                                                              ¿Podrás decir lo mismo de la tuya?”

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