Armonía de espíritu, es estar bien con uno
mismo
dentro, muy dentro, con todo el amor que
nos inunda cada día
y a veces como hoy, un manto salado inunda
mi alma.
La vida debe vivirse con amor, mucho amor,
darlo a raudales a cada uno que siente el
vibrar de él
y le llega a través de una mirada,
una caricia,
un beso que vuela en el aire ondulante
y llega a donde debe posarse.
Armonía de espíritu que permite percibir
los clamores de los que ríen o lloran
y debo apurar en un breve momento en la
inmensidad del tiempo
llegar a ese dolor,
a esa pena,
a ese amor,
para que sienta que nadie en este mundo
está solo.
Armonía de espíritu,
plena del goce del vivir soñando siempre
bajo ese sauce lánguido de la noche
y despertar como desnuda por dentro
con ansias de amar y ser amada.
El ángel de la luna me protege,
me cuida invariablemente
a mis espaldas,
haciéndome sentir el capitán de un buque
prófugo
recorriendo el océano de la vida
de verdes amapolas angustiadas.
Armonía de espíritu, la calma apacigua el
alma,
sin suspiros hondos,
esos que surgen desde dentro
y no tienen un sentido,
¿son por añorar?,
¿por anhelar momentos vividos?,
¿por amor del pasado o del Hoy, o de este
presente?
El alma canta, canta despacio,
busca poesías de amor que surgen solas, sin
un por qué,
solo necesitan llegar a un papel en blanco,
o a una canción, o a una tonada.
“Allá voy con mis delirios
a clamar por la paz
del alma y del amor tan deseado”
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