Desaire,
palabra
despectiva,
arrogante,
que no
significa nada
si uno
la encuentra
y no
sufre por ello.
Pero de
pronto
aparece
en un poema,
en un
verso de amor
y esto
confunde mi pensamiento
porque
aunque en mis prosas
la
verdad encuentro miles de objeciones
resuenan
en mis adentros.
Es
verdad que en muchas estrofas
las
palabras con desaire se claman,
más en
el fondo
se sabe
que son nubes de humo
para
ocultar los verdaderos sentimientos.
Sentimientos
que están llenos de dolor
por el
desdén recibido,
el
desgaire que nos llega,
la
indelicadeza que nos roza,
perdemos
lo más preciado:
el amor
que nos rodeaba
y a
pesar de que los versos
nos
hacen pensar que lo que se
ha
perdido no debe doler
ni
llorarse amargamente.
En
realidad
las
frases que resuenan en mi mente
gritan
lo contrario
porque
encontrar en el camino
desatenciones
no merecidas,
no es
un instante para recordar ni sufrir.
Lo que
se siente duele
tanto
que es mejor convertirlo en coraje
para
que el daño desaparezca,
se
disuelva en la nada
hacia
lugares recónditos del alma.
Voy
tras el camino
tras
una libertad absoluta,
allá
voy con mis delirios
como
una ciega luz
de una
noche oscura.
Desaire,
enredado
en hilos con el viento
para
que deje de existir en mi vida.
Voy en
búsqueda del amor
con miedo
a amar
y
dejarme amar,
miedo a
pasión desbocada,
miedo a
besos furtivos,
miedo a
ser ramas entrecruzadas
bajo
las ramas confundidas
de los
ligustros anhelantes.
Miedo a
ser naturaleza viva
en la
naturaleza real que me rodea.
No
quiero avanzar contigo en tinieblas,
sí
claridades buscar juntos,
a
ciegas
y nos
hallaremos envueltos
en
redes de preguntas
y ecos
que contesten
en una
entrega total,
en una
plena donación de vida.
Desaire
que se ha ido lejos,
sólo
busco claridad
a
través del misterio
nunca
bastante claro por desnudo
que
esté en las tinieblas sombrías.
En este
tiempo medido con ensueños
¡al
fin! te veo llegar,
vienes
de la nada tormentosa hacia mí,
colmadas
tus manos de ansias y caricias.
¡No más
se acerque a mí el desaire!
en
oleadas de vientos y nieblas
la
esperanza de que vienes
se
vislumbra y ya estás conmigo,
tu
sonrisa,
tu
mirada,
tus
caricias que corren
hambrientas
sobre mi piel dormida.
Me
niego a despertar,
no
quiero ver la soledad
detrás
de tu perfume
que se
negó a partir.
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