Estos son los poemas de Martha Urquizó, poeta uruguaya que ya publicara quince libros de poemas de amor en Montevideo, Uruguay, titulados: Logros de Vida, Mi Verso es un Canto, Los Colores de los Sentimientos, El Abrazo de la Luna, Poemas que Viajan, Sinfonías de Amor, Crónicas de Amores Vivídos, El Cantar del Alma, Memorias del Viento, Cartas al Amado Ausente, Amor, Pasión, Dolor, Historias de Vida, Verdades Incomprendidas, Palabras en silencio y El Aroma de la Noche.
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miércoles, 8 de abril de 2020
Reencuentro con mi vida
Reencuentro
con mi vida,
poco a
poco
te vas
acercando a mí
y mi
vida renace,
una y
otra vez.
En mis
noches oscuras de silencio,
deseo
tenerte junto a mí,
para
sentir,
aunque
sea de lejos,
el
dulce néctar que tienen
tus besos
con sabor a miel.
Te
quiero junto a mi,
no
rompas el volumen de tus besos
en la
puerta del viento en su armonía.
Reencuentro
con mi vida,
al
sentir el sabor a ti
y ahí
estás,
rezagando
mi camino,
ancla de oro y cadena de mis anhelos,
piel que adorna el pulso de mis ojos,
cruz
que agrieta
en
trozos acrisolados
las
nubes contra el cielo.
Reencuentro
con mi vida
como
agua lenta,
sí pausada, sí cantada,
se
allega por tus manos a mi pecho.
¡Oh río
sin espumas,
tan
bravío que moja
las
veredas de mi cielo!
Mientras
las estrellas ríen y guiñan,
mis
suspiros
se
vuelven entrecortados y estremecidos
desde
el fondo de mi alma,
cuando
tú, deliciosamente
me
acaricias y no me dejas ir de tu lado.
Reencuentro
con mi vida,
esta
mujer poeta, en la noche y en tu hora,
rodeada por las tinieblas del ocaso,
vibra y tiembla pensando en ti.
Escribiendo
poemas, poesías.
colmadas
de amor
para
que al extinguirse el último, sagrado,
son de
la campana,
levántense
desde el fondo del alma
las visiones de ayeres olvidados,
poblados de sombras
en el
ambiente pasado.
Reencuentro
con mi vida,
hoy
pensando en ti,
en el
verdadero amor
duermo
más profundamente
sin que el sueño de la mentira me consuma.
Reencuentro
con mi vida,
te
tengo a mi lado como mi guía,
mi
protección, mi cayado,
mi
amante ideal
y
después de tanto andar,
atisbando
entre las nieblas vespertinas,
no
perderé el camino
por la
ilusión de dejar de verte.
¡En
verde valle umbrío
aún estamos
juntos!
¡Qué
collados nos amparan y ocultan!
¡Qué
ramas sumergidas
en
niebla y cielo
nos
protegen y cubren nuestro nido!
Reencuentro
con mi vida,
cuando
la tarde apaga sus colores
y los
astros encienden sus lumbreras
y se
duermen las aves y las flores,
estoy contigo, amado mío
y
resurgen los sentimientos
en
grupos de ternuras,
delicias,
besos, caricias.
¡Cuánta
esperanza!
irradia
aún desde las sombras
el
reencontrarnos otra vez
y
caminar juntos,
manos
entrelazadas,
pies juntos y desnudos
por la
senda de ésta, la vida nuestra
siguiendo unidos el ideal
que en
breves instantes tan sólo se alcanza.
Reencuentro
con mi vida,
hoy ya
juntos
se
apartan temerosas
como
evitando el borde de un abismo
las promesas no cumplidas,
teniendo
ambos la ilusión como guía.
Eres mi
santa inspiración,
yo tan sólo tu mujer poeta
pero
juntos hallamos
la fuente bullidora del Amor
que
desciendo por diáfanas escalas
en un
lenguaje sonoro
en el
silencio azul de las etéreas alas.
Candidez amorosa
Candidez
amorosa,
mis
pasos de alondra,
pisaron
el otoño húmedo
y te
sentí volar entre la fronda
indiferente de viejos pergaminos,
te
fuiste lejos,
a
lugares inciertos.
Quise
seguir tu vuelo solitario,
quise
amarrar mis ojos
a tus
amadas alas,
quise
rehacer mis dedos
con tus
plumas,
quise
volar cerca de ti,
entretejiéndome
entre
tus cálidas caricias.
Candidez
amorosa,
inocente,
crédula,
creía
fácil seguirte y tenerte cerca,
más tú
volabas, volabas…
Autómata,
juguete de papel y cielo
y te
tragaba el viento
y te
mordía la distancia luminosa.
Y yo,
soñaba… soñaba…
que
hoy… tal vez mañana…
quizás
un día
yo
sería la rama de tu nido.
Candidez
amorosa,
entre
trinos y cantos, versos y metáforas,
tejiendo nuestro hogar
para
ser tuya en nuestra rama
y donde
allí posarás tu piel
con el
ahogo de tu aliento.
Pero el
tiempo pasó,
lento, muy lento,
no hubo
nido, tú volaste…
Fuiste
un cuento, mi sueño,
mi
leyenda de otoño en serenata.
Candidez
amorosa,
cuando
mis ojos gritan tu nombre
en la
soledad de la distancia imperdible,
el
recordar el abrazo de tu piel,
de nave
humedecida,
me
sacude y me hiere,
me
desdobla y me eleva,
buscándote
en esa distancia lejana
donde
tú te resguardaste,
te escondiste.
Mi vida
es ahora
un
cielo trivial de sueños locos
que
llenas con tu aliento
de
viajero errante y taciturno.
Aprieta
mis deseos,
caliéntame
las carnes
con tu
pasión de viento.
El sol
será mañana
un
plato de lujurias
y tú
serás mi boca
y mis
manos desgajadas.
Candidez
amorosa,
¿adónde
me conduces?
¿Por sendas de ingenuidad,
candor,
inocencia?
Creo en
todo lo que me rodea
y a
veces agobiada, debilitada,
por creer en imposibles,
me
tiendo
en el
manto oscuro y plácido
del
campo abierto a la noche
y entre
las estrellas rutilantes
me voy en tu búsqueda
con tus
sueños y pensando imposibles,
que
nuestro amor como pájaro sin alas,
se
acurruca desarmado
en
nuestros cuerpos,
en
nuestras bocas,
en
nuestros corazones.
Candidez
amorosa,
canta
el río mojado de tipas
y
empedrada en la sed del silencio
se
consumen nuestras formas
fundidas en el tiempo inagotable.
Placeres
y gozos,
caricias que desgarra,
besos
que dibujan
nuestros
rostros temblorosos.
Es
nuestro amor
que
muere cada noche
para
nacer…
y volver
a morir a cada instante.
Amor
mío,
desboca
los temores indefensos,
mi
aliento con tu boca,
haz mi
piel con tus ojos de humo
y del mundo sin final
la comunión de una eterna entrega.
Préstame tu luz
Préstame
tu luz, la tuya,
la que
ilumina con fulgores mi cercado todo,
dándome
las rojas alegrías
que
burbujean intensas
en el
sol que redondea las armonías
equidistantes
en el humo danzante del amor.
Préstame
tu luz,
es el
color del tiempo
donde
aun me atrevo a amar,
ilumina
mi mirada
que
creí perdida en una lejanía distante.
Te
llamo hasta quebrar mi voz,
por aso
me derramo
en
llantos y sangra mi corazón.
¡Préstame
tu luz, la necesito!,
mis
manos se angustian en el aire
por el
largo alumbrar del movimiento.
Quiero
sentirla como se siente
el agua
del puerto, pensativa, calmada.
La
gozaré en un temblor de hojas
en que
se paran gotas del cielo al suelo.
La
quiero para soltarla al viento
al son
de mis deseos,
eres la
luz de mis mañanas
que
aguardo entre mis cantos,
risas y
sones de poemas
que tú
me inspiras,
que
caen sobre el papel
como
manchas florecida del azar.
Dame tu
luz,
no me
dejes en las sombras
entre
las angustias,
los
deseos no cumplidos
y el
dolor de no tener la luz
que no
se tiene
y el
gozo de esperar la que vendrá.
Quiero
colmarme
con la
claridad que tú tienes.
Vamos
hacia ella los dos,
nunca
más solos.
Mundo
de dos,
verdad
de dos,
verdad
paradisíaca
iluminada
por tu luz prístina y pura
ya no
más días y noches solos.
Préstame
tu luz
la que
abre mis caminos
y pone
en sus finales
embarcaderos
con alas,
en un
nido nuestro
donde
nos encontramos
con el
alma y las manos,
en
suaves y aterciopeladas caricias
y
alegrías en un final cierto
en
nuestro existir.
Préstame
tu luz,
mi
cuerpo tiembla,
es la
felicidad que está ya cerca
en su
gran marcha subceleste,
hollando
nubes, quebradas, roquedales,
a una
velocidad de luz de estrella
desde
las lejanas constelaciones
donde
mis ojos bien abiertos
las
esperan con frenesí y anhelo.
Es tu
luz,
la que
buscaba,
no
luces soñadas, sólo la tuya,
la que
ilumina mi vida toda
y se
expande
luciendo
en mi alma su forma decisiva.
Me
estremezco sólo de pensar
que mi
alba iluminada en desatada prisa
me
transporta a tu mundo,
amado
mío
en alas
leves hacia la felicidad
del
gran gozo de amar y ser amada.