Te invoco ¡oh Señor de la congoja! Aléjate de mí, déjame a solas, no quiero más tristezas i lluvia de lágrimas.
Busco la luz, te suplico, tengo sed de visiones, afán de mirar más allá de letanías y ruego por ansias de vivir entre esperanzas e ilusiones.
Soy peregrina de paso contra la mentira en pos de la verdad. Vienen como ráfagas memorias pasadas, elogios sin fe, retahílas truncas.
Despierta en mi espíritu la alegría de vida, adormece los tristes que inundan mi alma. No permitas que cuando parezca que he caído porque me han derribado sólo esté de pie un poco inclinada.
Que si alguien, a quien amo en demasía, me golpea muy fuerte, Sólo sienta la brisa del mar, el murmullo de la fuente serena.
Suplico con ansia, paz y calma y se disuelvan en la nada la pena, el desconsuelo, la aflicción.
Invoco la sintonía espontánea con mi entorno para nutrirme, entregarme, saber recibir y expresarme abiertamente.
¡Hoy quiero luz! ¡Aléjate desespero! Invoco el aliento profundo para continuar, la flor de la esperanza para seguir, para poder percibir la plenitud que nos rodea.
Suplico el camino sinuoso que nos lleva hacia el descubrimiento del …¡amor!
Hoy…me fui de lágrimas, ¡ ya no más ! Ruego el poder darme en el ir para llegar a ser un ser desprendido ligero y sin raíces. ¡Fluyen musitando las ideas! sobre todo las que se dan ,las que se quedan, se enredan, se hacen ovillos o madejas.
Ruego estar muy cerca de las señales, los signos, las casualidades, las suertes, los imprevistos… que nos dejan entrever el lenguaje Divino. Suplico que en vez de desesperarme, me congratule con lo que amo, con lo que quiero, ¡por siempre así!
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