Donde quiera que vaya estarás siempre en mí,
no hay distancia ni tiempo que me alejen de ti y aunque surco los mares y los
aires sin fin, no he podido olvidarte
porque vives en mí.
Noche y día me asedia la atracción de tu ser y es constante el
tormento de este ardiente querer.
Tu perenne recuerdo abrazado a mi ser es
lámpara de luz indefectible donde mi amor se iluminó con tus palabras exactas y
tus silencios largos.
Alguna vez, aunque tarde, mi verso debía
decirte, lo que para mí has sido, báculo de flores y fuente de agua donde sacié
mi sed.
¿Podré ahogar este hondo sentimiento que hace
el dolor el ansia de mi espera de esta distancia sin tiempo y poder borrar lo
que en mi mente impera y ocupa mi pensamiento?
Aún en la distancia, puedo escuchar tu voz, la
vida me dio el encanto de sus momentos felices junto a tí y un alma rica en
matices de poética dulzura.
Fui violín que encontró el arco de su misma
calidad, sus cálidas armonías brotaron juntas y con acompasados ritmos en
nuestro interior amarnos en noble intimidad.
Distancia sin tiempo, desde lejos tus ojos me
buscan y en ellos se refleja sincera y desnuda mi alma toda y en nuestros
corazones vibran las trompetas radiantes de nuestro mutuo amor.
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