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viernes, 13 de abril de 2012

Sabores y aromas del amor


Sabores y aromas del amor, nuestro amor florece entre la lila buganvilla, la blanca, amarilla y roja de la gracia que, pensativa, en el conjunto de pétalos, lleva su aroma al viento y la cala que tiene la forma y el declive de una lágrima, pronta a desprenderse de unas grandes pupilas invisible.
Nuestro gozo es intenso, la luna empalidece al contemplar la naturaleza que nos ofrece, en un estremecimiento contemplativo, en una mullida alfombras de tréboles y el manantial su espejo donde nos mecemos suavemente.
Al morir el sol, en el ocaso, nuestros anhelos se desangran en resplandores de sabores y aromas del amor entre alpinas rojas y heliconias naranjas, rojas y multifacéticas.
Néctares de amor, sabores que inundan nuestros poros y llegan con deliciosa ternura a nuestras almas anhelosas de amor entrelazándonos entre labios húmedos de perfumes, entre carambolas suaves de sabor y color diferente, verdes y blancas.
Sabores del amor que nos llevan a ser dos, unidos por la acidez del maracuyá, la dulzura de la melancia, lo agridulce del abacaxi y la frescura de la Eugenia.
Sabores que inundan como ríos nuestras venas y nos llevan por senderos ondulantes, transparentes, a nuestro nido de amor.
Amantes de colores nuevos y aromas de blancas bromelias, rojas equisorias que como una sola flor une sus pétalos en un gran resplandor rojizo y entre estos aromas vivimos entre gozos y dichas, lejos del mundanal ruido y ecos repetitivos que nos permiten comunicarnos hasta lo hondo del alma.
Silencios sin ecos, entre perfumes envolventes y sabores deleitantes nos transportan en tan sólo instantes a sentirnos más unidos en verdes hojas del follaje del bosque, moviéndose al compás del viento que nos arrulla y acuna en este paraíso único que vivimos.
El tierno mangostán une nuestros labios con gusto a manga y a cacao.
Sabores y aromas del amor que como gotas minúsculas invaden nuestro cuerpo y nos hacen amarnos con total intensidad.
Nuestra intimidad secretísima, trémula de dicha se rinde ante tanta belleza, colorido, hallazgo necesario para que nuestros besos sean más lejos, estrechados y plenos.
Lo dulce del gusto y la vertiente de los olores arriban a nuestra carne transcorpórea del cuerpo y ya quedan en nuestras almas como campos florecidos entre azahares de frutos esperados.
Y el zumo vital es el agua nuestra, que fría corre desde nuestra boca  por nuestra piel, haciendo que el amor, renazca cada día con nuevo y renovado sabor y aroma.

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