Se conjugan esperanzas en mi pecho, me dicen que puedo
amarte, que no necesito olvidar, pero todo es una aleatoria ilusión.
Despierto y ya no me abrazas, tus besos ya no me cubren cual
manto de hierbas sedientas de amor.
Tus ojos ya no me dicen nada, esperanza aleatoria que me
miente una vez más.
¿Qué quieres de mí? ¿Qué te ame sin fin? ¿Qué mi corazón
tiemble al escuchar tu voz envolvente?.
¿Despedirme de ti? Ya
no puedo por alas en hojas de la mañana, te has enraizado en mi pecho, en
mi piel, en mis sueños.
Aprenderé a olvidarte? No lo sé, si tú reavivas en mi cada
día el deseo de querer será imposible.
Aleatoria esperanza que no se aleja de mí, no me deja vivir
que me impide volar a otro nido nuevo, que me pueda abrigar de esta fría
ilusión que me impide reír, que me impide sentir, como antes vivía sin
conocerte a ti.
La felicidad me ronda, me coquetea, hace que crea que es
mía, pero no es así, lejos está de mí y entonces te llevo lejos, muy lejos a un
jardín sombrío y me alejo de ti porque quiero vivir, por fin ser amada en una
realidad sublime.
Me llega tu amor remoto, ya lejano, en vastos fondos del
tiempo de las distancias, para que el olvido me envuelva y pueda ser libre, ir
hacia el querer querido, sin imposibles trémulos, sin espinas en el nuevo
camino.
Esperanza de amar, salir del silencio oscuro donde nada nos
falte y que en la luz brillante de la aurora encontremos otra voz, nueva y
sentida, otros ojos, otros labios, ansiados y plenos del gozo de estar
cerca, muy cerca en un mundo nuevo
creado por dos sin soledades ni tristes, sólo con júbilos de presencias de los
que aman sin ausencias.
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