¡Oh! Sin
esperar el momento, el instante mágico llegó, alguien sin saber por qué,
despacito, como en una búsqueda
cierta, un sortilegio inesperado entró
en mí vida para renovar mi fe en la amistad verdadera y el amor del ser humano.
Apareció sin intereses mezquinos como una llama viva que es la que acrecienta
el verdadero Amor de los hombres.
Juntos ya
siempre por la despedida al borde mismo... Adios del separarse pero el instante
mágico perdurará por siempre.
Las
consecuencias de este acto Divino es como esa piedra que cae en un estanque en
calma y que trasmite un oleaje hasta la orilla.
¡Ay!
¡Cuántos momentos perdidos que no se perdieron nunca!
Y viniste
tú de lo oscuro, con joven paciencia honda,
sin que te pesara el paso que traías tú, tan joven, para mí, pero tan
sabio.
¿Por qué
este encuentro no buscado? ¿Cuál es la razón de que mis tiempos y mis amores
estaban perdidos en la nada?
Ahora me
siento plena, sé que alguien en este mundo insólito y misterioso piensa en mí y
percibo la plenitud que me rodea.
Ahora me
nutro, me entrego, recibo, me expreso y voy encontrando paulatinamente mi lugar
Y el ir
genera descubrimientos insólitos, sorpresas, sonrisas, ternuras, sencillez y
gozos.
¡Instante
mágico! Hacer de la nostalgia escondida,
arrinconada, perdida, un recurso... de gozoso futuro.
Cuando la
relación entre el Ser y su entorno se hace necesaria, espontánea, el ser se
nutre y va encontrando de a poco, paulatinamente, su lugar, su cueva, su
refugio.
¡Oh! Ya no más desesperación, sí sosiego! No más
adioses, de día, de noche, adiós riendo, adiós
llorando...
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