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viernes, 3 de agosto de 2012

Lluvia de verano


Se siente llegar, el olor de la madre tierra, nos envuelve. Las nubes grises, como algodones de plumas, se acercan desde el horizonte.
Esperamos con ansia inquieta  lo que de lejos se acerca.                                                               
El viento, gran aire, preludio de lo que vendrá nos envuelve y empuja y triste bandada de hojas acuciadas por el aire, revolotean como alas de papel y tornan vuelo.
Las primeras gotas se sienten llegar, arcángeles revestidos de túnicas de chubascos trayendo despacio, sin apuro, espadas de agua que llegan a la tierra y resuenan en el aire.
La grata lluvia de verano refresca el aire caliente y poco a poco el sendero desaparece.
Todo reverdece en el agua y la lluvia, los árboles majestuosos la esperan con ansias y los pájaros quietos en sus nidos, se acurrucan y dormitan.
Aguaceros, peregrinos del sueño estival con música de gotas que rítmicamente nos acompañan en esta tarde especial.
El agua deslíe la conciencia, una a una empapa las imágenes, se agitan sus reflejos y en la memoria llueve otra vez como en nuestra infancia. Lluvia de verano que sin apuro nos lleva a cálidos recuerdos.
Ya las estrellas aparecen y el cielo se sonroja, las últimas gotas de lluvia  caen entre las hojas.
El agua inundó mi alma, porque tarde más completa no puede existir, las gotas de lluvia, pianistas celestiales con su melodía regresan el amor del mar a la luna.
La lluvia de verano nos brinda con su música, como a través de un velo irreal, la paz perfecta y plena de la naturaleza en su total apogeo.

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