Silencio
envolvente que desde el cosmos se acerca, puro y límpido, sin ecos, sin cantos,
ni ruidos, mi alma lo espera.
Silencio
cambiante que nos lleva a nuestro interior sin pensamientos, sólo a la luz.
Sendero
sinuoso que nos conduce a nuestro interior, sin sombras dormidas a estarse como
agua pura, ni ola, ni río, ni torrente, agua quieta esperando que pasen alas,
nubes, murmullos inquietos.
Silencio
cambiante que nos lleva a un mundo grandioso de abismos y valles tendidos en la
tierra ignota rodeados de la paz intrínseca sin distancias vistas ni lejanías
cercanas.
En el
silencio cambiante la tristeza está ahora lejos, muy lejos, en las estrellas
altas, en esa brisa fresca, que ya está fuera de mí, sin proyectos que pasan
sin preguntas vanas.
Me
sumerjo en el silencio absoluto y me siento flotar en el vacío del orbe, libre,
sin innombrables luces en lo alto que apaciguan el todo.
Estoy
conmigo, muy dentro, en paz en mí ser único e irrepetible, sintiéndome una, una
sola unidad, flotando sobre el mundo, salvada de motivos, de orígenes, de
críticas.
Y en este
silencio cambiante entre abismos iluminados no canta el mirlo en la rama, ni
salta la espuma en el mar es silencio prometido, esperado, necesario, lo que
calma, es el proyecto en el alma, el estar sumergidos meditando sin
pensamientos complacidos, es sentir más allá de la fuerza externa en nuestro
interior que nos vamos a un reino de gran quietud, paz y armonía.
Estamos
en nosotros, con nosotros mismos gozando y sintiendo lo que somos inmersos en
un vasto mundo nuestro que nos lleva a la plenitud interior.
Estar en el campo de energía nuestra, la interior, la
que nos conduce, ir hacia nosotros a nuestro Ser para poder llegar a niveles
más profundos del alma y vivir más felices y dichosos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario