Paisaje
que me rodea, suavísimo como un río manso y claro y con trinos de aves, dulces
sones que me traen felicidad desde el aire.
Pero
donde bajarán los secretos divinos, con un lenguaje que no es el mío, pero lo
siento como mío. ¡Qué felicidad alzar los ojos y ver y escuchar los trinos de
amor, de esas criaturas perfectas en una primavera diaria y continua!
¡Cuántas
alegrías nos brindan sus felicidades en el aire! La lluvia se detiene para
escuchar sus gorjeos y nuestras almas se abren para recibir el gozo y la
alegría de su amor perfecto. El agua los recibe con alegría, el verde los
cobija y en primavera se aman silenciosamente, temblando dentro de su alma
perfecta y única.
Cielo
azul, verde tierra, plumas finas y delicadas, sumando alas sin choques, sólo
roces. Parecen nubes, al nido van como un puerto seguro, certero e inviolable.
Surcan el
aire al sesgo, trazan rayas, efímeras, seguras hacia el nido donde los espera
el amor único y entrañable.
Felicidades
en el aire, en la luz clara del día y al anochecer tempranero van hacia el
lugar encontrado.
¡Qué gran
secreto de vivir en plenitud total! ¡Tan alegres en el aire! ¡Qué perfección de
formas y colores!. Escuchemos sus cantos claros, sus búsquedas de amor y con
ellos nuestra alma nos llena a luz de goces y alegrías de vida, con latidos
intensos de corazones que proclaman las verdades de un todo del orbe pleno de
colores y felicidades en el horizonte sin final.
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