Los fantasmas del recuerdo, esos, los que pueblan mis
sueños, los que me acosan en instantes imprevistos, los que inundan mi alma de
momentos inolvidables, los que a su amparo, en breve tiempo recorren mi vida.
Los fantasmas del recuerdo, se mantienen a veces como formas
misteriosas en las largas avenidas de mi existir y revivo paso a paso mis
alegrías, mis desilusiones, mis pérdidas, mis amores, mis vivires.
Pasan como un aire raudo a través de espejos acrisolados,
rompiéndose a veces en pequeños cristales que se estrellan entre los
pensamientos silenciosos, encendidos de deseos de amar que emanan de mis
recónditos adentros.
Los fantasmas del recuerdo sacuden las bases de mi sangre y
aparecen nombres, fechas, lugares contra el cielo de mi alma sobre el muro que
cerca mi silencio.
Me llevan a la luz que derroté en el tiempo del olvido, el
limitado amor que se me ofrendaba.
Los fantasmas del recuerdo son mi apoyo de ayeres vividos,
desaparecen de pronto sin saber por qué pero regresan y se funden uno a uno,
uniendo los peldaños de mi vida, que en este otoño ya han alcanzado la cumbre
del vivir, escribiendo las palabras ungidas de amor para que inunden cielos y
horizontes por doquier.
Los fantasmas del recuerdo son signos que orillan mi hoy,
con un temblor tocado de rocío en un viento por vientos perseguido hurgando la
raíz de mis sentidos.
Mis sentidos crecen al acercárseme los fantasmas del
recuerdo y en flamígeras imágenes por los aires en círculos amarillos van,
filosos como piedras, hundiéndome en el frescor de la creación primera.
Los fantasmas del recuerdo hacen renacer vidas pasadas, me
llevan al viento caliente de estío vivido con intensidad en las orillas del mar
embravecido.
Quiero, tan sólo ir perdida por siempre en los momentos
dulces y tiernos pasados como ráfagas fulminantes pero eternas.
No quiero ver fuegos que me hicieron arder, sangrar de dolor
mi corazón y derramarme en mares de llantos.
Los fantasmas del recuerdo me hacen perder, en pocos
instantes, mi albedrío, encadenándome a hechos sufridos, plenos de deseos
malsanos.
¡No quiero que regresen todos, sólo los que me llevan a
envolverme en capullos de felicidad y de dicha!
Los fantasmas del recuerdo arden en mi espíritu como una
onda de fuego y una racha glaciar me toca levemente, llenando los espacios
infinitos de dudas que en mi hondo interior aún perduran.
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