Un poema sin final, sí un comienzo pleno, augusto, soberano,
un himno total al amor.
Surgen mágicos alfabetos en hojas sin tacha, vírgenes,
puras, esperaban los monosílabos brillantes, rasgos de cristal, puntas de agua.
Un poema sin final, que dejó frases de verdades nobles,
cláusulas marmóreas, casi totalmente blancas que lentas pasan al papel.
Sin una gran retórica, humildes, con pausas, sin notas
especiales, el vapor del amor hace componer odas lejanas como las frases dulces
de celestes temas del eterno amor.
Un poema sin final, con una escritura extraña, la que llega
y ya se fue, la indescifrable, la rápida, la que con plumas veloces sobre otras
precipitadas borran apenas las escribo.
Parecen escritas por otras alas, las invisibles, las
misteriosas, esbozadas a la ligera pero con deseos e ímpetus de ser leídas.
Pluma tras pluma el poema se vislumbra dando paz y calma al alma, gozos al corazón y
cantos maravillosos al espíritu.
Pero cuando quiero que se vuelque en el papel se rompe de
pronto el encanto, suelta la flor su perfume mas si una frase lo aspira
entonces se evapora o se consume en las cuerdas de la lira.
Un poema sin final,
sus estrofas son altas nubes que llegan a horizontes lejanos, no podemos
escribir desde tan lejos sus versos casi invisibles, porque para poder hacerlos
hay que tener luz de estrellas.
¡Versos! ¡Poemas! Con ímpetu alado al ideal, ascended y en
las estrofas verted el tesoro conquistado.
Un poema sin final,
entre risas y lloros en flor se congrega al rumor de las alas de mis
sueños.
Nunca pude saber cual estrofa fue la última, la que anunció
el amor esperado, la que en un fulgor de alborada comenzó en mi duermevela matinal pero que no
llegó a escribir el final, todo lo que habita en mi interior lo guardo en un
secretísimo lugar donde habitan los ideales de mi prosa.
Un poema sin final, en el que se rompió al punto de terminar
su encanto escondiéndose la flor de la inspiración en un intangible ensueño.
Y busco en mi interior ese final esperado que es imposible,
no está en mis estrofas los sones que desde mi laúd van brotando, son los pasos
de las visiones que conmigo lo andan buscando.
SI algún día descubriera ese final olvidado, todos mis
cantos aromarían mis versos y pediría al viento noticias de su llegada, al ave,
a la flor, a la nube y a los astros del firmamento.
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