Prefiero
la noche, son las horas en las que amustian las nubes vespertinas, sobre la
azul altura del vasto firmamento.
Asómanse
los astros, cuyas luces divinas como miradas pesan sobre mi pensamiento.
Y
es mi hora, en las que entre la voz lejana de la campana que con lentitud las
notas del Ángelus desgrana, a mis hojas en blanco los versos de amor anidados
en mi corazón se vuelcan sin cesar, con prisa para que no sean olvidados.
Prefiero
la noche, porque mi fantasía con audacia inquieta sin cesar te busca.
¡Oh,
poesía!, en la nocturna soledad secreta.
Muchas
veces, misteriosa poesía, frases de amor dolido, manchan mis páginas albas en
el tedio de las noches acíbaras y vuelan por todas mis visiones de armonía que
se ocultan cuando el cielo aclara.
Prefiero
la noche, en ella te busca mi cansada fantasía y mis sueños se tienden como
aves raras cuyas alas exploran hasta horizontes lejanos y oscuros tanteando tu
imagen, la única imborrable, para mí por siempre.
Como
solitaria misteriosa, vago volando bajo el cielo y sobre el mar en la noche
profunda y estrellada, tratando de percibir tu figura que añoro y tu dulcísimo
firmamento y en instantes como un sueño que se esfuma creo entreverla en un
revuelo de la espuma o en los astros del Universo.
Prefiero
la noche, porque la Luna me acompaña con su fulgor, blanco y brillante.
Mi
corazón puede correr a regiones ignotas apareciendo en el pentagrama vacío de
mi alma las notas que buscaba y no encontraba y que inútilmente yo clamaba para
inundarla de amor como en un agitado río entre tupido follaje.
Prefiero
la noche, con la Luna como nota errante que parece que extravió su cantar pero
aún así con su luz agonizante sigo, en mi perenne búsqueda de aquel a quien no
puedo hallar, mi ideal no encontrado.
Prefiero
la noche, porque mis versos me aroman el alma y los busco en los sones de liras
que van brotando entre pasos de visiones que conmigo los van buscando.
En
algunos momentos no responden, no aparecen en ningún lugar de mi mundo interno
y entonces me inquieto.
¿En
qué lejanías mi númen se esconde?
¿Bajo
qué estrella se guarece?
Vuelve
a mí, en esta noche mía, nuestra, ven con el viento, las brisas, los astros del
firmamento.
Prefiero
la noche, quedarme un instante suspendida en lo Eterno e ir como el viento,
nómade del existir transitando por la expansión del Universo.
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