Aflicción,
sentimiento que invade mi alma cuando no estás a mi lado por tu falta de amor
vibrante y único. No quiero sombras de amor sí la luz entre nosotros sin que divida
el zócalo del viento.
No
te quiero rezagado en mi camino, que en tus suaves manos me eleves a las nubes
altas contra el viento ya que eres el manantial de la dicha.
Aflicción,
la añoranza me lleva a pensar en tí, en tu mirada cálida que me hipnotiza como
un picaflor embelesado que adivina el pulso de mi sangre que entrega el secreto
de mi alma alucinada, despertando el recuerdo de nuestros sueños alcanzados.
Aflicción,
evoco tus palabras que trastornan y apuran mis sentidos más profundos y el
deseo de estar en tu isla encallada ya que hambrienta de amor soy una llama que
tu cuerpo reclama sediento de ternura.
Aflicción
de estar en nuestro lecho entibiecido con pena de sentirte lejos, extraño en mi
mente y en mi cuerpo la dulzura y tus gestos que trastornan mis sentidos.
Padece
mi corazón un miedo tibio que pasa lentamente en mis dedos batiendo el aire que
me sigue y me lleva hacia tí, amado mío.
Aflicción,
búscame en verdes alamedas de cristales porque mis versos, mis palabras de
amor, se anidan entre crisoles queriendo llegar a un gran espacio blanco donde
fulguren, brillen y guíen tus pasos hacía nuevas huellas.
No
te detengas nunca, cuando quieras, búscame, porque mis brazos forzarán el
hombro de la noche para que vuelvan tus labios a los míos.
Aflicción,
se mueven tus distancia, te acercas con la intención de fuerza de un amante
entre luces y sombras, de mundo y ser, de afán y tiempo, inverosímil tregua con
la dicha de no ser más errante por el tiempo.
Me
apaciento en tu valle y entre lirios y jazmines, desnudo tu luz en mis pupilas
y un soplo altanero, leve, estremecido, me entrega tu amor entre goces,
susurros, sonidos que hacen nacer en mi suelo hasta tu frente una hiedra de
amor estremecida.
¡Ven!
¡Te estoy esperando! ¡No más nostalgias en mi vida!, quiero despertar contigo a
mi lado, sentir tu piel a mi costado, recostando mis pupilas en tu contorno ya
cierto, no delineado mientras recorro un sol enamorado las largas avenidas de
tu cielo.
Aflicción,
no más pena, no más ansias, ni nombres recogidos de tu boca son color en la
música del viento.
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