Desafíos,
la vida nos enfrenta en cualquier instante en nieblas rojas de fulgor metálico
a sucesos que nos provocan profundas penas y congojas sin fin.
Aspiramos
sin darnos cuenta ráfagas asfixiantes de mudo asombro ante retos que creímos no
provocar y que como dagas de filoso filo se clavan en nuestro corazón.
¿Cuál
es la causa? ¿Qué provoca tanta desolación, tanta crueldad, tanto dolor?
¿En
qué lugares secretísimos y ocultos se escondieron la solidaridad, la confianza,
la amistad, la ayuda mutua?
De
entre las sombras surgen provocaciones inesperadas que rondan y avanzan hacia
nuestras almas y como truenos errantes retumban con salvajes estampidos en
nuestra paz interior quebrada con parpadeos de miedo y pesar.
Desafíos,
a veces en minutos, un desplante, una provocación sin causa justa hace que
nuestro firmamento cruja, se desquicie y la noche de una sombra oscura se hunda
en nuestros ojos en tinieblas.
Desafíos,
querellas inútiles, episodios tristes, incidentes falsos que causan una honda
de fuego en nuestro espíritu antes pleno de amor, de recogimiento, de gratitud
a la vida.
Son
instantes de bravatas no merecidas que como racha glacial toca nuestra frente
llenando los espacios infinitos.
Desafíos,
litigios que avanzan bajo el soplo de un viento huracanado que sacude los
árboles de la vida, caen los pájaros muertos de los nidos, vuelan las ramas,
los ramajes rotos y nuestro espíritu sufre y se mezcla con fantasmas aturdidos
crujiendo sordamente el dolor que nos provoca la ira, la desazón, el alarde
inaudito.
Desafíos,
nuestra alma humana herida de amargura necesitará otras manos para curar su
pena cubierta de mentiras difamatorias y soberbias en un alarde aplastante.
Pero
la esperanza poco a poco retorna a nuestro espíritu, de nuevo el rayo entre las
nubes vibra, surgiendo de entre las hojas luces brillantes proclamando la
verdad y el amor profundo.
¡Por
fin, desde la altura, de un cielo azul profundo, las estrellas de cándida
hermosura, llenas de compasión y de ternura dejan caer sus luces sobre el
mundo!
Desafíos,
caerán débiles y medrosos a hundirse en oscuros huecos de secretos ocultos y la
fe se elevará segura en su dulce amor a la vida, en un fulgor de alboradas con
música de brisas de nuevas primaveras.
Así
las almas como estrellas errantes iluminarán la amplitud del cielo entre
ilusiones de un vivir de amor que se cubre de poesías en nuestros sueños
serenos y anhelados.
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